Eva Fernández - @evaenlaradio Twitter
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En la solemne atmósfera de la Plaza de San Pedro, en la Ciudad del Vaticano, el papa Francisco presidió la misa de Pascua, un evento que congrega a fieles de todo el mundo y que, este año, se vio marcado por un mensaje de paz y solidaridad ante los conflictos globales. Desde el emblemático balcón de la logia central de la basílica de San Pedro, el pontífice extendió su tradicional bendición urbi et orbi, un gesto que trasciende las fronteras de la fe para alcanzar a toda la humanidad en este Domingo de Resurrección.

En su discurso, el papa Francisco no dudó en dirigir sus pensamientos hacia las “víctimas de tantos conflictos que están en curso en el mundo”, mencionando específicamente las tensiones en Israel y Palestina, así como la situación en Ucrania. Con palabras firmes, describió la guerra como “siempre un absurdo y una derrota”, haciendo un llamado vehemente a evitar que “los vientos de la guerra soplen cada vez más fuertes sobre Europa y sobre el Mediterráneo”. La paz, según el pontífice, no se construye con armas, sino “tendiendo la mano y abriendo el corazón”, una declaración que resuena con urgencia en un mundo cada vez más polarizado.

El papa instó al respeto de los principios del derecho internacional y pidió un “intercambio general de todos los prisioneros entre Rusia y Ucrania”, enfatizando la importancia de la solidaridad y la humanidad por encima de las diferencias políticas. A pesar de los esfuerzos previos del Vaticano en mediar el intercambio de prisioneros, que se estancaron, el llamado de Francisco a garantizar el acceso de ayudas humanitarias a Gaza y a la rápida liberación de los rehenes secuestrados subraya la persistente esperanza del Vaticano en encontrar soluciones pacíficas a los conflictos.

El papa no solo se centró en los conflictos bélicos, sino que también abordó las crisis humanitarias y sociales que afligen a diversas regiones del mundo. Desde Siria, que lleva catorce años sufriendo las consecuencias de la guerra, hasta el Líbano, afectado por un bloqueo institucional y una profunda crisis económica y social. Francisco extendió su mensaje de consuelo a las víctimas de cualquier forma de terrorismo y enfatizó la necesidad de orar por la conversión de los autores de estos crímenes.

En su oración por la paz, el papa Francisco no olvidó al continente africano, mencionando específicamente a Sudán, la región del Sahel, el Cuerno de África, la región de Kivu en la República Democrática del Congo y la provincia de Cabo Delgado en Mozambique. Su llamado a Dios para que “abra vías de paz en el continente africano” y ponga fin a la sequía que provoca carestía y hambre, refleja una profunda preocupación por las adversidades que enfrentan estas comunidades.

El mensaje del papa también abarcó la situación en los Balcanes Occidentales, Haití, Birmania y la crisis humanitaria de los rohinyá, demostrando una visión global de los desafíos que enfrenta la humanidad. Además, Francisco recordó a los migrantes, a aquellos que enfrentan problemas económicos, y a los niños que “carecen de cuidados esenciales o son víctimas de abusos y violencia”, enfatizando la necesidad de esperanza y solidaridad.

Este Domingo de Resurrección, el papa Francisco no solo celebró la fe cristiana, sino que también aprovechó la oportunidad para recordar al mundo la importancia de la compasión, la solidaridad y el compromiso con la paz. Su mensaje, que resuena más allá de las paredes de la Plaza de San Pedro, es un llamado a la acción para todos aquellos que buscan un mundo más justo y pacífico.

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