El cuarto día de paro de transportadores de carga en Bogotá ha dejado una estela de afectaciones que se extienden por toda la ciudad. La protesta, originada por el aumento en el precio del combustible anunciado por el Gobierno Nacional, ha paralizado la capital colombiana, afectando a millones de ciudadanos y generando pérdidas económicas significativas.
El transporte público ha sido uno de los sectores más golpeados. María Fernanda Ortiz, gerente de Transmilenio, informó que más de cuatro millones de usuarios han sido afectados. La flota de buses opera con un 25% menos de vehículos debido a los bloqueos en las principales vías. Además, 73 buses han sido vandalizados, lo que agrava aún más la situación. Las localidades de Usme, Ciudad Bolívar, Kennedy y Usaquén son las más afectadas. El alcalde Carlos Fernando Galán reportó que 800 vehículos participaron en los bloqueos el miércoles, y 640 el jueves.
La Secretaría de Gobierno ha desplegado gestores de diálogo y convivencia en los puntos de bloqueo. Estos gestores buscan soluciones concertadas para permitir el paso de alimentos y vehículos de emergencia, y evitar que la violencia escale.
La educación también ha sufrido un duro golpe. La Secretaría de Educación decidió suspender las clases en colegios distritales, afectando a más de un millón de estudiantes. Isabel Segovia, secretaria de Educación, anunció que se implementará un modelo de distribución de alimentos para garantizar que los estudiantes no se queden sin sus raciones diarias. Se espera que se entreguen más de 600.000 raciones en la primera jornada de distribución.
El impacto económico del paro es devastador. María del Pilar López, secretaria de Desarrollo Económico, estimó que las pérdidas ascienden a $30.000 millones diarios, equivalentes al 4,3% del PIB diario de la ciudad. Los sectores más afectados son el gastronómico, hotelero y de servicios.
El abastecimiento de alimentos también se ha visto gravemente afectado. Juan José Ramírez, jefe jurídico de Corabastos, informó que el ingreso de vehículos y toneladas de alimentos ha disminuido entre un 50% y 55%. Esto ha provocado un alza en los precios de varios productos, como la yuca, que ha subido un 80%. La central de abastos ha flexibilizado sus horarios y ha implementado una estrategia de sustitución de productos para mitigar el impacto.
La recolección de residuos es otro problema crítico. Consuelo Ordoñez, directora de la UAESP, reportó que 270 toneladas de residuos no han podido llegar al relleno sanitario Doña Juana. Siete vehículos recolectores de basura están atrapados en los bloqueos, cuatro de ellos en la Av. Boyacá desde hace tres días. Las autoridades insisten en permitir el paso de estos vehículos para evitar la acumulación de residuos y posibles afectaciones a los manifestantes.
La situación en Bogotá es compleja y multifacética. Las afectaciones se extienden desde el transporte público hasta la educación, pasando por la economía y el abastecimiento de alimentos. Las autoridades locales y nacionales deben encontrar soluciones rápidas y efectivas para mitigar el impacto del paro y restablecer la normalidad en la ciudad. Mientras tanto, los ciudadanos continúan enfrentando las consecuencias de una protesta que parece no tener fin.
