En la tarde del lunes 16 de septiembre de 2024, un video se volvió viral en redes sociales. En él, una mujer identificada como Rosa Emilia Suárez confrontó al exjefe del Bloque del Magdalena Medio y exmiembro del secretariado de la extinta Farc-EP, Pastor Alape. El incidente ocurrió en un conocido restaurante de la cadena Crepes & Waffles, donde varias personas reconocieron al exguerrillero. Entre ellas, Rosa Suárez se acercó a su mesa para expresar su descontento.
“Mi nombre, Rosa Emilia Suárez, yo personalmente lo quiero felicitar a usted porque con su grupo guerrillero volvieron mierda el país”, dijo la mujer visiblemente ofuscada. Junto a la mesa de Pastor Alape, dos personas intentaron impedir el paso de Suárez y del hombre que grababa con su celular. Sin embargo, no lograron evitar que la mujer continuara refiriéndose al pasado violento del delegado del partido Comunes al Consejo Nacional de Reincorporación (CNR).
“Ha sido un placer saber que los delincuentes, violadores y asesinos como usted están en este país siendo doctores, entonces lo vengo a felicitar por ese puesto de doctor que no se lo merece”, continuó Suárez. En ese momento, una mujer que acompañaba a Alape le pidió a Suárez que se retirara, pero esta respondió: “Como ciudadana puedo decir lo que quiera a los asesinos como este”.
Con los ánimos caldeados, Suárez y su acompañante se retiraron de la mesa de Pastor Alape. No obstante, antes de irse, Suárez se dirigió a las personas presentes en el restaurante: “Tan lindos los terroristas acá, hermosos, fuera terrorista, viviendo como un parásito del Estado, se salvó en el monte, rata terrorista. El violador de Pastor Alape, ahí está se los presento, la sociedad no olvida”.
La actitud de Rosa Suárez generó cientos de comentarios en la plataforma X. Algunos internautas celebraron su valentía: “Sin perdón ni olvido”; “Una Cruz de Boyacá para esos dos héroes!”; “Se le están terminando los 15 minutos de gloria a esa gentuza. El día va a llegar en el que no podrán salir ni a la esquina sin que les lluevan los putazos. Que les toque irse pa Caracas a lamerle el mostacho a Maduro”; “Que belleza la señora, tiene pantalones y el madrazo estuvo bueno, así debe ser”; “Pero que es esta belleza. Mis felicitaciones a la señora y sus acompañantes por decirle en la cara las verdades a esta gonorrea”.
El contexto de esta confrontación se enmarca en un clima de tensión y amenazas. El martes 11 de junio de 2024, Pastor Alape denunció amenazas contra su vida tras las acusaciones de Antonio García, líder principal del Ejército de Liberación Nacional (ELN). García sugirió, en un mensaje difundido el 7 de junio, que existen contratos de desminado entre el Gobierno y empresas supuestamente controladas por el partido Comunes. Según García, estas empresas estarían colaborando con bandas paramilitares en Chocó.
Alape, quien formó parte del último comando de la guerrilla de las Farc-EP antes de su desmovilización, recurrió a sus redes sociales para rechazar firmemente estas afirmaciones. Las calificó como amenazas y estigmatizaciones graves. A través de un comunicado, Alape expresó que las acusaciones del ELN constituyen una condena a muerte para los firmantes de paz y miembros de Humanicemos Desminado Humanitario. Esta organización se dedica al desminado y nació tras los acuerdos de paz firmados en 2016 entre las Farc y el Estado colombiano.
El mensaje de García y sus implicaciones no solo afectan a Alape, sino también al partido Comunes. Este partido fue formado por excombatientes de las Farc tras el acuerdo de paz de 2016, representado por el entonces presidente Juan Manuel Santos. Alape subrayó que dichas acusaciones no poseen argumentaciones políticas y representan un ataque directo al partido surgido después de la firma de los acuerdos.
Este incidente y las amenazas recientes reflejan la complejidad del proceso de paz en Colombia. La confrontación pública de Rosa Suárez a Pastor Alape pone de manifiesto las heridas abiertas y la polarización en la sociedad colombiana. Por un lado, hay quienes consideran que los exguerrilleros no merecen reintegrarse a la vida civil sin pagar por sus crímenes. Por otro lado, están quienes defienden el proceso de paz y la necesidad de reconciliación para construir un futuro sin violencia.
La situación de Pastor Alape y otros excombatientes es un recordatorio de los desafíos que enfrenta Colombia en su camino hacia la paz. La reintegración de exguerrilleros es un proceso complejo que requiere no solo de voluntad política, sino también de un compromiso social para superar el pasado y construir un futuro más justo y pacífico.