En las vastas y a menudo inexploradas extensiones de Colombia, la naturaleza muestra tanto su belleza como su poder destructivo. Recientemente, un incendio de proporciones alarmantes ha capturado la atención de las autoridades y la población en el sector de Marandua, en Vichada, donde aproximadamente 7 mil hectáreas de vegetación han sido consumidas por las llamas desde la noche del viernes, 23 de febrero. Este evento no es aislado, pues se suma a una serie de incendios que han azotado diversas regiones del país, evidenciando una crisis ambiental que demanda una respuesta inmediata y efectiva.
El incendio en Vichada se encuentra cerca de la base militar Marandua, lo que ha permitido una rápida movilización del personal de las Fuerzas Militares para combatir el fuego. Más de 50 soldados del Batallón de Atención y Prevención de Desastres N.80 del Ejército, con el apoyo de aeronaves de la Fuerza Aérea y Bomberos del Vichada, trabajan incansablemente para apagar las llamas. Además, el cuerpo de Bomberos de Yopal (Casanare) se ha unido a estas labores, demostrando un esfuerzo coordinado entre diferentes entidades. El general Víctor Alexander Celis, comandante del Comando Aéreo de Transporte Militar (CATAM), ha destacado la activación del sistema de emergencia desde CATAM, incluyendo el envío de aeronaves adicionales para soporte logístico, con Puerto Carreño sirviendo como base de operaciones para esta operación crítica.
Sin embargo, las altas temperaturas y fuertes vientos han complicado enormemente los esfuerzos por controlar el incendio, según informa el Ministerio de Defensa. Esta situación refleja la complejidad de enfrentar desastres naturales en condiciones adversas, donde la naturaleza parece tener la ventaja.
Paralelamente, el cuerpo de Bomberos de Cundinamarca ha estado lidiando con siete incendios de manera simultánea desde el sábado 24 de febrero. Estos incendios, que afectan a municipios como Fúneque, Zipaquirá, Paratebueno, Cáqueza, y Tausa, han puesto a prueba la capacidad de respuesta de los bomberos, especialmente en lugares como Tausa, donde la ausencia de un cuerpo de bomberos local complica aún más la situación. A pesar de estos desafíos, se han logrado avances significativos, como el control del 70% del incendio en la vereda Barro Blanco, en Bojacá, y la casi total contención del fuego en Cucunubá, en la vereda La Toma.
Desde el inicio del año hasta el 24 de febrero de 2024, Cundinamarca ha sido testigo de 289 incendios forestales que han devastado 1.672 hectáreas en 74 municipios. A nivel nacional, la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) reporta doce incendios activos, afectando principalmente a los departamentos de Antioquia, Cundinamarca, Magdalena, Vichada y Boyacá. Estos eventos son parte de los 860 incendios registrados desde el inicio del Fenómeno de El Niño, afectando 392 municipios y 42.316 hectáreas.
La magnitud y frecuencia de estos incendios forestales subrayan la urgencia de adoptar medidas preventivas y de respuesta más efectivas. La colaboración entre diferentes cuerpos de bomberos, fuerzas militares y autoridades locales es fundamental, pero también lo es la conciencia y participación ciudadana. La prevención de incendios forestales requiere de un esfuerzo conjunto, donde cada acción cuenta, desde la adecuada gestión de residuos hasta la educación sobre el uso del fuego en áreas vulnerables.
La lucha contra los incendios en Colombia es un recordatorio de la fragilidad de nuestros ecosistemas y la necesidad de protegerlos. A medida que el país enfrenta estos desafíos, la respuesta colectiva y la resiliencia serán clave para superar esta crisis ambiental y salvaguardar el patrimonio natural para las futuras generaciones.
