Desde el momento en que Carlos Fernando Galán fue proclamado alcalde electo de Bogotá, su agenda ha estado repleta de encuentros con diversas autoridades y representantes de sectores de la ciudad. La transición de poder no se limita a las reuniones formales de empalme, sino que también incluye visitas en terreno a proyectos clave para el futuro de la capital colombiana.
Uno de estos proyectos es la nueva troncal de Transmilenio en la avenida carrera 68, una arteria vital para la movilidad de la ciudad. Galán, consciente de la importancia de esta obra, no ha dudado en inspeccionar personalmente su progreso. “El empalme también es en la calle”, afirmó en una publicación en redes sociales, subrayando su compromiso con la transparencia y la continuidad de los trabajos.
Durante su reciente visita a la avenida 68, Galán estuvo acompañado por funcionarios del Instituto de Desarrollo Urbano (IDU) y Ángela María Orozco, quien fuera ministra de Transporte y ahora asesora en temas de infraestructura y movilidad durante este periodo de transición. Este equipo de trabajo simboliza la colaboración entre diferentes niveles de experiencia y gobierno, buscando asegurar que la transición sea lo más fluida posible.
El puente en construcción sobre la intersección con la calle 100 es un punto focal de la obra y su avance es notable. Con un 86,71% de los trabajos completados, se espera que este puente, al estar terminado, alivie significativamente los problemas de movilidad en el sector de La Floresta. La fecha tentativa de entrega es el 30 de diciembre de 2023, y el director del IDU, Diego Sánchez, ha sido transparente al compartir detalles financieros y técnicos del proyecto, incluyendo la inversión de $12.425 millones.
Sin embargo, no todo en la transición ha sido un camino llano. Carlos Fernando Galán también ha tenido que enfrentarse a desafíos como las declaraciones de Hugo Ospina, líder del gremio de taxistas, quien anunció un bloqueo a los accesos del aeropuerto El Dorado. Galán respondió con firmeza, rechazando las amenazas y abogando por el diálogo como la vía para resolver conflictos.
La alcaldesa saliente, Claudia López, también tomó cartas en el asunto, solicitando a las autoridades pertinentes que investiguen y actúen frente a lo que considera una amenaza de asonada. La tensión entre la administración distrital y el gremio de taxistas es palpable, y las reacciones de Ospina reflejan un claro descontento con la falta de diálogo.
Este escenario de transición en Bogotá es un reflejo de los retos que enfrentan las ciudades en constante cambio. La gestión de obras públicas, la interacción con los gremios y la búsqueda de soluciones a través del diálogo son aspectos fundamentales que la nueva administración deberá manejar con destreza. La capital colombiana se encuentra en un punto de inflexión, donde la habilidad de su liderazgo para navegar estos desafíos determinará el curso de su desarrollo en los próximos años.
