El conflicto en Gaza ha alcanzado niveles alarmantes, con un reciente ataque aéreo israelí que dejó al menos 12 palestinos muertos, incluidos dos niños. Este ataque tuvo lugar en la escuela Mustafa Hafez, que albergaba a desplazados en la ciudad de Gaza. Las autoridades de Defensa Civil del enclave denunciaron el incidente, subrayando la tragedia humanitaria que se vive en la región.
El Ejército israelí confirmó que el objetivo del ataque era una base militar de Hamás ubicada en el centro escolar. Según el comunicado militar, la operación se realizó en conjunto con el servicio interior de inteligencia, conocido como Shin Bet. “Las Fuerzas Aéreas llevaron a cabo un ataque de precisión contra terroristas que estaban operando en un centro de control de Hamás”, afirmó el Ejército. Además, se mencionó el uso de “municiones de precisión, vigilancia aérea e inteligencia artificial” para llevar a cabo la operación.
El comunicado militar también destacó que se tomaron numerosos pasos para mitigar el riesgo de herir a civiles. Esta afirmación es recurrente en los comunicados israelíes cuando se atacan lugares protegidos bajo el Derecho Internacional Humanitario, como escuelas y hospitales. Sin embargo, la realidad en el terreno parece contradecir estas declaraciones.
Una investigación de este medio revela que Israel ha atacado más de 500 escuelas en Gaza en los últimos 10 meses. Solo en agosto, cinco escuelas en la ciudad de Gaza fueron bombardeadas en un lapso de 12 días, resultando en la muerte de 179 personas. El 1 de agosto, un ataque contra la escuela Dalal al Mughrabi dejó 15 muertos y más de 29 heridos. Dos días después, los ataques contra las escuelas Hamama y al Huda mataron a 17 personas e hirieron a más de 60.
El 4 de agosto, al menos 30 personas murieron y otras 19 resultaron heridas en ataques contra las escuelas Nassr y Hassan Salameh. El 8 de agosto, Israel bombardeó las escuelas Abdul Fattah Hamouda y az Zahra, matando a 17 personas e hiriendo a docenas. El ataque más mortífero de las últimas semanas ocurrió el 10 de agosto contra la escuela al Tabin, causando la muerte de más de 100 personas mientras realizaban el rezo del amanecer. Este ataque generó indignación global.
El Ejército israelí justificó este último ataque como un bombardeo de precisión contra unos 20 militantes de Hamás y la Yihad Islámica. Sin embargo, la alta cifra de víctimas civiles pone en duda la efectividad de las medidas para mitigar daños colaterales.
El número total de muertos tras 319 días de guerra en la Franja de Gaza alcanzó los 40.173, según el Ministerio de Sanidad gazatí, controlado por Hamás. En el último día, 34 personas perdieron la vida. Además, la cifra total de heridos se sitúa en 92.857, mientras que otras 10.000 personas siguen en paradero desconocido, posiblemente bajo los escombros que asolan la Franja.
La situación en Gaza es desesperante. La constante violencia y los ataques a infraestructuras civiles esenciales, como escuelas y hospitales, agravan la crisis humanitaria. La comunidad internacional ha expresado su preocupación, pero las acciones concretas para detener la violencia y proteger a los civiles siguen siendo insuficientes.
La narrativa oficial israelí se centra en la lucha contra el terrorismo, pero los costos humanos son innegables. Cada ataque aéreo, cada bombardeo, deja una estela de dolor y sufrimiento que afecta a miles de familias. La destrucción de escuelas no solo priva a los niños de su derecho a la educación, sino que también destruye el tejido social y comunitario.
Por otro lado, Hamás y otros grupos militantes también tienen responsabilidad en la escalada de violencia. El uso de instalaciones civiles para actividades militares pone en riesgo a la población y viola el Derecho Internacional Humanitario. Sin embargo, la respuesta desproporcionada y la falta de medidas efectivas para proteger a los civiles por parte de Israel agravan la situación.
La comunidad internacional debe redoblar sus esfuerzos para mediar en el conflicto y garantizar la protección de los civiles. Es crucial que se investiguen de manera imparcial los ataques a infraestructuras civiles y se tomen medidas para evitar futuras tragedias. La paz en Gaza parece un objetivo lejano, pero no debe ser inalcanzable. La vida de miles de personas depende de ello.