Faber Books - @FaberBooks Twitter
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El fallecimiento de Edna O’Brien marca el fin de una era en la literatura irlandesa. La novelista, cuentista y dramaturga murió a los 93 años, según confirmó su agente editorial el domingo. The Irish Times la describió como una figura “extravagante” y a menudo polémica para la sociedad conservadora de su país desde la década de 1960.

En sus cuentas de X, su editora Caroline Michel y la compañía editorial Faber Books confirmaron el deceso de la autora de más de 20 novelas. “Murió pacíficamente el sábado 27 de julio, después de una larga enfermedad. Nuestros pensamientos están con su familia y amigos, en particular con sus hijos Marcus y Carlo”, escribieron. La editorial no dudó en calificar a O’Brien “como una de las más grandes escritoras de nuestra época. Revolucionó la literatura irlandesa, capturando la vida de las mujeres y las complejidades de la condición humana en una prosa luminosa y sobria, que tuvo una profunda influencia en tantos escritores que la siguieron”.

Edna O’Brien fue una escritora feminista, muchas veces calificada como “intrépida y franca”, según The Irish Times. Dentro de su producción literaria, también escribió biografías de sus compatriotas James Joyce y Lord Byron, así como obras de teatro y guiones. Sin embargo, fue más conocida por las polémicas que generaron sus novelas. Desde sus primeras obras, ‘The Country Girls’ (‘Las chicas de campo’, 1960), impresionó tanto por su calidad literaria como por reivindicar la independencia de las mujeres en un ambiente hostil. El título fue proscrito de las librerías de Dublín por “falta de religión y pornografía”.

A esta le siguieron ‘The Lonely Girl’, luego renombrada ‘Girl with Green Eyes’ (1962), y ‘Girls in Their Married Bliss’ (1963), ambas censuradas públicamente por las instituciones conservadoras irlandesas de la época. En una entrevista con EFE en 2016, O’Brien afirmó estar acostumbrada a la controversia, pues su carrera literaria arrancó en una época muy puritana para sus ideas. De igual forma, aseguró que los elogios provenientes de autores como Philip Roth o John Banville eran “antídoto a los insultos”, en ese entonces recibidos por su novela ‘Las sillitas rojas’, que definió como una tragedia contemporánea a través de los ojos de una mujer prisionera del romanticismo.

Al igual que sus otras novelas, siempre ubicó sus historias en la Irlanda rural en la que nació. En sus obras trataba de elogiar la supervivencia y a los desplazados, a los refugiados de las guerras, “y a cómo pueden vivir y mantener la esperanza y la cordura en esas circunstancias”. En la entrevista opinó que “el mal es desgraciadamente algo intrínseco a nuestra sociedad” y se quejó de que algunos individuos con un fuerte magnetismo llegaban a “hipnotizar” a las personas, las cegaban y las convertían en discípulos “a los que les cuesta distinguir el mal y no lo identifican hasta que es demasiado tarde”.

Señaló que “si un escritor no consigue que su historia resulte creíble para los lectores, que se convierta en parte de ellos, ha fracasado”. Por eso se tardaba tanto en escribir. En su momento opinó que la literatura moderna ya no transmite sensaciones creíbles, que ahora se apuesta “por el exhibicionismo y lo fácil”. Edna, a juicio de su editorial, fue “un espíritu desafiante y valiente” que abrió nuevos caminos artísticos, que escribió “con sinceridad, desde un lugar de profundo sentimiento”. De igual forma, Michel no dudó en calificarla de “generosa, traviesa, valiente (…) una querida amiga para todos nosotros que será extrañada muchísimo”.

La vida y obra de Edna O’Brien no solo reflejan su talento literario, sino también su valentía para desafiar las normas sociales de su tiempo. Nacida en Tuamgraney, un pequeño pueblo en el condado de Clare, Irlanda, en 1930, O’Brien creció en un entorno rural que más tarde se convertiría en el escenario de muchas de sus novelas. Su infancia estuvo marcada por la rigidez de la sociedad irlandesa de la época, algo que influyó profundamente en su obra.

O’Brien se mudó a Londres en la década de 1950, donde comenzó su carrera literaria. Su primera novela, ‘The Country Girls’, fue un éxito inmediato, pero también generó una gran controversia. La historia de dos jóvenes mujeres que buscan la independencia en una sociedad opresiva fue vista como un ataque a los valores tradicionales irlandeses. La novela fue prohibida en Irlanda y quemada en público por el clero. Sin embargo, este rechazo no detuvo a O’Brien, quien continuó escribiendo sobre temas que consideraba importantes, como la sexualidad femenina, la opresión y la búsqueda de la identidad.

A lo largo de su carrera, O’Brien recibió numerosos premios y reconocimientos. En 2018, fue galardonada con el Premio PEN/Nabokov por su “contribución a la literatura mundial”. En 2019, recibió el Premio David Cohen, que reconoce la trayectoria de escritores británicos e irlandeses. A pesar de estos honores, O’Brien nunca dejó de ser una figura controvertida. Sus opiniones sobre la religión, la política y la sociedad a menudo la pusieron en desacuerdo con las instituciones conservadoras de su país.

O’Brien también fue una defensora de los derechos de las mujeres. En una época en la que el feminismo no era una corriente dominante, ella se atrevió a hablar sobre la opresión y la desigualdad. Sus novelas a menudo presentan a mujeres fuertes y complejas que luchan por encontrar su lugar en el mundo. En ‘Las sillitas rojas’, por ejemplo, la protagonista es una mujer que se enfrenta a las consecuencias de enamorarse de un hombre peligroso. La novela explora temas como la violencia, la redención y la capacidad de las mujeres para resistir y sobrevivir.

Además de sus novelas, O’Brien escribió obras de teatro, guiones y biografías. Su biografía de James Joyce, publicada en 1999, fue aclamada por su profundidad y perspicacia. En ella, O’Brien explora la vida y obra del famoso escritor irlandés, ofreciendo una visión única de su genio literario. Su biografía de Lord Byron, publicada en 2009, también recibió elogios por su estilo narrativo y su enfoque en la complejidad del poeta romántico.

A pesar de su éxito, O’Brien nunca olvidó sus raíces. A menudo regresaba a Irlanda y mantenía una conexión profunda con su tierra natal. En sus entrevistas, hablaba con cariño de su infancia en el campo y de las personas que conoció allí. Esta conexión con su pasado rural se refleja en sus obras, que a menudo presentan paisajes irlandeses y personajes que luchan contra las adversidades de la vida en el campo.

La muerte de Edna O’Brien deja un vacío en el mundo literario. Su valentía para abordar temas controvertidos y su habilidad para capturar la complejidad de la condición humana la convierten en una de las escritoras más importantes de nuestra época. Su legado perdurará en sus obras, que seguirán inspirando a futuras generaciones de lectores y escritores.

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