En un mundo donde la academia a menudo se percibe como un bastión de tradiciones inamovibles, la historia de Johan Rodríguez irrumpe como un claro ejemplo de innovación y adaptabilidad. Su logro no es solo personal, sino que representa un hito en la Universidad de Antioquia (UdeA), y potencialmente, un cambio paradigmático en la forma en que las instituciones educativas pueden abordar la diversidad y la inclusión.
Rodríguez, quien perdió la vista en 1991, no permitió que su discapacidad visual limitara su sed de conocimiento. Su trayectoria académica es notable: comenzó con un pregrado en derecho, exploró la economía y la filosofía, y culminó con una maestría y un doctorado en derecho. Sin embargo, lo que distingue a Rodríguez es su tesis doctoral en formato de audio, una primicia en la UdeA, que no solo desafió las convenciones sino que también fue reconocida con la distinción magna cum laude, un honor reservado para aquellos trabajos que sobresalen por su excelencia.
La propuesta de Rodríguez de presentar una tesis en audio no fue un acto de conveniencia personal, sino un gesto de inclusión. Consciente de las barreras que enfrentan las personas con discapacidad, su iniciativa buscaba abrir caminos para que otros pudieran expresar sus investigaciones de la manera que mejor se adaptara a sus necesidades. Esta visión inclusiva sugiere que una persona sorda podría presentar su tesis en lengua de señas, o alguien con discapacidad cognitiva podría hacerlo mediante pictogramas. La receptividad de la Facultad de Derecho de la UdeA a esta propuesta no solo habla de la apertura de la institución, sino también de un compromiso con la accesibilidad y la equidad.
La tesis de Rodríguez abordó una cuestión social crítica: la generación de ingresos para personas con discapacidad. Su investigación no solo identificó las dificultades que enfrenta esta población para acceder a oportunidades laborales y educativas, sino que también propuso soluciones concretas, como la implementación de una pensión no contributiva para aquellos con discapacidades severas. Este enfoque no solo es un llamado a la acción para el Estado y la sociedad, sino que también es un recordatorio de que la inclusión económica es un derecho fundamental.
La tesis, ahora disponible en el Sistema de Bibliotecas de la UdeA, se divide en dos partes: un debate moral, ético y filosófico sobre la necesidad de la pensión no contributiva, y un proyecto de ley que busca materializar este derecho. Los jurados, acostumbrados a leer trabajos escritos, tuvieron que adaptarse a la novedad de escuchar la investigación de Rodríguez, lo que en sí mismo es un testimonio de la capacidad de la academia para superar “barreras culturales y racionales”.
El deseo de Rodríguez de que su proyecto de ley se convierta en una realidad legislativa y que los formatos alternativos de tesis sean adoptados en todas las universidades de Colombia es un llamado a la reflexión sobre cómo las instituciones pueden ser verdaderamente inclusivas. Su historia no solo es un triunfo personal, sino también un desafío a las estructuras existentes y una invitación a repensar las prácticas académicas para abrazar la diversidad en todas sus formas.
La donación de lotes por parte de la Gobernación para construir una sede de la UdeA en Andes es otro ejemplo de cómo la educación superior está expandiéndose para ser más accesible. Este tipo de iniciativas, junto con los esfuerzos de personas como Johan Rodríguez, son pasos vitales hacia una sociedad más inclusiva y equitativa, donde la educación y la participación ciudadana están al alcance de todos, independientemente de sus capacidades físicas o sensoriales.
La narrativa de Rodríguez es una que merece ser contada y compartida, no solo por su valor académico, sino también por su potencial para inspirar un cambio significativo en la forma en que pensamos y actuamos en relación con la inclusión y la accesibilidad. Su historia es un recordatorio poderoso de que la determinación y la innovación pueden y deben ir de la mano en la búsqueda de una sociedad más justa.