El conflicto entre Israel y Palestina, que se remonta a décadas atrás, ha alcanzado un nuevo pico de tensión con las recientes incursiones del Ejército israelí en Cisjordania. Este miércoles, cuatro palestinos fueron asesinados en dos operaciones diferentes, lo que ha generado una ola de indignación y protestas.
En la localidad de Yenín, al norte de Cisjordania, tres palestinos perdieron la vida a manos de las fuerzas israelíes. Según el Ministerio de Sanidad de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), estos individuos murieron “por las balas de la ocupación israelí”. Uno de los fallecidos fue identificado como Yanal Hamran, quien se encontraba cerca de un hospital local cuando fue alcanzado por disparos en la cabeza. Los otros dos, Wiam al Hariri y Mohamed Younis Jarrar, fueron “bombardeados por un dron con misiles en el área de Jourat al Dhahab, dentro del campamento de refugiados de Yenín”, según informó la agencia oficial de noticias palestina, Wafa.
En una operación militar separada en el cercano poblado de Tulkarem, otro palestino perdió la vida. La víctima fue identificada como Majdi Zakaria Yousef Awad, un hombre discapacitado de 65 años, quien recibió un disparo en la cabeza durante enfrentamientos con milicianos locales. Además, dos palestinos que habían estado presos fueron arrestados nuevamente en esa localidad.
El Ejército israelí confirmó la operación en Yenín, en la que sus tropas atacaron con drones a “una célula terrorista” y arrestaron a Atta Abu Ramila Shahasit, de 63 años, un secretario del partido Fatah, que gobierna áreas reducidas de Cisjordania. Según el Ejército, este hombre, arrestado junto a su hijo Ahmad, presuntamente “financió actividades terroristas” y “ha sido una figura central en la incitación a la violencia contra los soldados de Israel, utilizando su estatus público”.
Durante la incursión nocturna, el Ejército israelí cercó el área de Yenín, desplegó a francotiradores en los tejados de casas y edificios, y avanzó con fuerzas terrestres acompañadas de excavadoras. Helicópteros militares sobrevolaban la zona, y se produjeron enfrentamientos que dejaron varios heridos. Según Wafa, los soldados israelíes abrieron fuego con armas largas y usaron granadas aturdidoras y gases lacrimógenos que alcanzaron incluso el Hospital Gubernamental, causando heridas de bala a un paramédico y asfixia a varios doctores y pacientes.
El Ejército israelí afirmó que sus tropas “identificaron artefactos explosivos listos para ser detonados debajo de las carreteras en el campo de refugiados de Yenín”, donde “terroristas armados abrieron fuego y arrojaron artefactos explosivos contra las fuerzas, quienes respondieron con fuego real”. Además, atacaron “un túnel subterráneo que contenía municiones” y “confiscaron equipo militar y municiones encontradas en un vehículo sospechoso”.
Según Wafa, las fuerzas israelíes destruyeron en Yenín la casa familiar de un palestino que se encuentra preso, Zakaria al Zubaidi, así como la casa de Jamal Hawee, un profesor de la Universidad Árabe Americana, quien también había estado preso, y edificios gubernamentales.
Este recrudecimiento de la violencia en Cisjordania ocupada e Israel es el más grave en años y ha generado una gran preocupación a nivel internacional. La comunidad internacional ha hecho llamados a la calma y al respeto de los derechos humanos, pero hasta ahora, estos llamados parecen haber caído en oídos sordos. La situación en la región es cada vez más tensa y volátil, y la posibilidad de una escalada aún mayor de violencia es una preocupación constante.