Desde su lanzamiento el 17 de marzo, la mini serie documental Quiet on Set ha sacudido los cimientos de la industria del entretenimiento infantil, al revelar las sombrías experiencias de abuso vividas por antiguas estrellas de Nickelodeon. Este trabajo de cuatro capítulos no solo ha reunido a guionistas, directores, actrices y actores para denunciar el acoso laboral y un ambiente tóxico, racista y misógino, sino que también ha destapado el abuso sexual sufrido por figuras como Drake Bell, a manos de Brian Peck. Estas revelaciones han generado una ola de apoyo y solidaridad hacia las víctimas, quienes han encontrado en el estreno del documental una plataforma para compartir sus historias o reiterar denuncias previamente ignoradas.
Entre las voces que se han alzado, destaca la de Angelique Bates, conocida por su participación en el show All That. Bates, quien en 2016 ya había denunciado haber sufrido abuso físico en el set, expresó su dolor y frustración al ser ignorada y ridiculizada por la industria y la comunidad en línea. A pesar de su valentía al hablar, Bates decidió no participar en el documental, una decisión que comparte con dolor pero sin arrepentimientos, esperando sanación para aquellos que sí compartieron su verdad.
Allie DiMeco, otra exestrella de Nickelodeon, utilizó sus redes sociales para revelar que fue forzada a besar a un hombre de 30 años cuando ella tenía solo 14, un evento traumático que le ha dejado secuelas duraderas. Por su parte, Jack Salvatore Jr., de Zoey 101, denunció prácticas violentas y comportamientos inapropiados por parte de Dan Schneider, incluyendo incidentes que van desde masajes inapropiados hasta la intimidación con armas de fuego.
La respuesta de Dan Schneider ante estas acusaciones ha sido una disculpa pública, en la que reconoce haber puesto a personas en situaciones incómodas y se disculpa tanto con las víctimas directas como con aquellos que presenciaron estos comportamientos. Schneider admite su vergüenza y lamenta profundamente sus acciones pasadas, asegurando que nunca volvería a actuar de esa manera.
La serie Quiet on Set no solo ha servido como un espacio para que las víctimas compartan sus experiencias, sino que también ha iniciado una conversación más amplia sobre la cultura del abuso en la industria del entretenimiento. La valentía de las víctimas al hablar y la respuesta del público demuestran un cambio en la percepción y la tolerancia hacia el abuso en entornos laborales, especialmente en aquellos dirigidos a audiencias jóvenes.
Este documental ha abierto una ventana crucial para entender la magnitud del problema y la necesidad de establecer mecanismos de protección y apoyo más efectivos para las víctimas. La disculpa de Schneider, aunque un paso hacia el reconocimiento del daño causado, deja en claro que aún queda mucho por hacer para asegurar un ambiente seguro y respetuoso para todos en la industria.
La historia de Quiet on Set es un recordatorio doloroso pero necesario de que detrás del brillo y la fama de la televisión infantil, pueden esconderse realidades oscuras y traumáticas. Es imperativo que la industria, los espectadores y la sociedad en su conjunto reflexionen y actúen para prevenir que estas historias se repitan. La solidaridad, el apoyo y la acción colectiva son fundamentales para avanzar hacia un futuro en el que el entretenimiento no sea a costa del bienestar de quienes lo crean. La lucha contra el abuso en todas sus formas debe continuar, con la esperanza de que historias como las reveladas en Quiet on Set se conviertan en reliquias de un pasado del que hemos aprendido y superado.