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El presidente Gustavo Petro ha vuelto a generar controversia al exaltar un nuevo símbolo de la extinta guerrilla del M-19: el sombrero del excomandante Carlos Pizarro. Este martes, con la resolución 218 del 17 de junio de 2024, el objeto se convirtió en patrimonio cultural de la Nación.

Durante el acto de develación en la Casa de Nariño, el jefe de Estado afirmó: “Este sombrero es un símbolo de paz. Indudable. Y debe quedar aquí. Será patrimonio. Este es un patrimonio del amor. Así que queda entregado al pueblo colombiano, que es su dueño”. Estas palabras resonaron en un país que aún lidia con las cicatrices de su pasado violento.

El sombrero de Pizarro se volvió icónico tras la firma del acuerdo de paz del M-19 en 1990, durante el gobierno de Virgilio Barco. Muchos colombianos recuerdan el desarme del M-19 en marzo de 1990 en Santo Domingo, Cauca, por la imagen de Carlos Pizarro dejando su arma –envuelta en un pañuelo con los colores de la bandera colombiana– encima del montón de fusiles que habían depuesto ya guerrilleros bajo su mando. En aquel acto, Pizarro llevaba puesto ese sombrero blanco.

Petro recordó: “Lo mantuvo en los días que vivió después del proceso de paz, e incluso fue candidato presidencial con este sombrero antes de que lo asesinaran”. Como candidato presidencial de la Alianza Democrática M-19, Pizarro usó el sombrero en varios eventos. Sin embargo, el 26 de abril de 1990, en el avión con dirección a Barranquilla en el que fue asesinado, Pizarro le entregó su sombrero a uno de sus escoltas. Y este lo guardó.

“Escoltas que habían sido compañeros míos en algunas unidades, estaban sentados al lado; antes de sentarse en su asiento, Pizarro se lo quitó. El escolta, por alguna razón, quizá por intuición, lo guardó”, relató el Presidente.

Por muchos años, el sombrero estuvo en manos de un grupo de exiliados del M-19 radicados en Suecia. La semana pasada, en la visita del jefe de Estado al país escandinavo, en el marco de los 150 años de relaciones diplomáticas, estos le entregaron el sombrero a Petro. Ahora, la pieza histórica permanecerá en una urna, que será expuesta en espacios significativos de la Casa de Nariño. “Vaya a saber quiénes vendrán y si lo cuidarán bien. Pero con la espada de Bolívar y este sombrero, quedan unos hechos, unos de guerra y otros de paz, días y noches de amor y de guerra”, agregó el mandatario.

La directora del Museo Nacional de Colombia, Liliana Ángulo Cortés, explicó que un equipo especializado realizó el “montaje museográfico del sombrero de Carlos Pizarro” con los insumos y equipos necesarios para su preservación en la historia. Resaltó que “la patrimonialización” de este tipo de objetos “tiene relación con la historia del conflicto armado y de los procesos de paz en Colombia”, con el fin de que hagan “parte de los acervos y de la memoria del país”.

La decisión desató polémica. Desde sectores afines al petrismo celebraron que el sombrero sea ahora patrimonio cultural de la Nación. “Nosotras, sus hijas e hijo recibimos esta declaración con orgullo. Llevo más de dos décadas recuperando su memoria, luchando contra la impunidad y reivindicando su figura como un símbolo de paz para Colombia. Su estirpe jamás traicionaremos, su legado está en nuestro ADN y en nuestra memoria”, señaló la senadora María José Pizarro, hija del excomandante.

En contraste, el Centro Democrático rechazó el reconocimiento de actores alzados en armas y propuso crear una ley que prohíba estos hechos. Helena Urán Bidegain, hija del magistrado Carlos Horacio Urán, asesinado tras la toma del Palacio de Justicia, expresó que el reconocimiento le hacía daño a las víctimas. A través de sus redes sociales, Urán Bidegain emitió el siguiente mensaje: “Insisto: Necesitamos un debate amplio sobre los símbolos y la cultura de la violencia. ¿Qué es patrimonio cultural para un país? ¿La cultura se impone? ¿Qué símbolos abrazan la paz y la guerra? ¿Cómo construir símbolos para una cultura democrática? ¡Los valores del M-19 no son los valores de todo un país!”.

Este debate sobre el sombrero de Pizarro refleja las profundas divisiones en la sociedad colombiana. Por un lado, algunos ven en este objeto un símbolo de reconciliación y paz. Por otro lado, hay quienes consideran que exaltar símbolos de grupos armados puede revictimizar a quienes sufrieron a causa de ellos. La patrimonialización de objetos como el sombrero de Pizarro plantea preguntas sobre cómo una nación debe recordar su pasado y qué símbolos deben ser elevados a la categoría de patrimonio cultural.

En este contexto, es crucial que el debate se lleve a cabo con respeto y consideración por todas las partes involucradas. La memoria histórica es un campo delicado y complejo, y cualquier decisión en este ámbito debe ser tomada con cuidado. La inclusión de múltiples voces y perspectivas es esencial para construir una narrativa que refleje la diversidad de experiencias y opiniones en Colombia.

El sombrero de Carlos Pizarro, ahora en la Casa de Nariño, no es solo un objeto. Es un símbolo cargado de significados y emociones. Su reconocimiento como patrimonio cultural de la Nación es un acto que invita a la reflexión sobre la historia, la memoria y la reconciliación en Colombia.

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