Desde la cárcel de Evin, en Teherán, la voz de Narges Mohammadi resuena con una fuerza que trasciende los muros que la contienen. Condenada por subversión y encarcelada en su propio país, la activista iraní ha enviado un mensaje de esperanza y resistencia a la comunidad internacional. Su discurso, imbuido de un espíritu indomable, fue compartido en el Ayuntamiento de Oslo, donde sus hijos gemelos, Kiana y Ali Rahmani, de 17 años, recibieron en su nombre el Premio Nobel de la Paz 2023.
La lucha de Mohammadi contra el autoritarismo es una narrativa de valentía y perseverancia. “El pueblo iraní, con perseverancia, superará la represión y el autoritarismo”, afirmó con convicción en su discurso. Esta declaración no es solo un reflejo de su fe inquebrantable en su pueblo, sino también un llamado a la acción para aquellos que buscan la paz, la libertad y la democracia.
A sus 51 años, Mohammadi ha pasado la mayor parte de las últimas dos décadas entre rejas, enfrentando múltiples condenas que suman 31 años de prisión. Su activismo ha sido incansable; ha fundado asociaciones por los derechos de las mujeres y ha utilizado su pluma para denunciar los abusos, especialmente en las cárceles iraníes. Por su labor periodística, fue galardonada con el Premio Mundial a la Libertad de Prensa de Naciones Unidas, un reconocimiento que comparte con sus colegas iraníes Niloofar Hamedi y Elaheh Mohammadi.
La última sentencia contra Mohammadi añadió diez años y ocho meses a su encarcelamiento, además de 154 latigazos, por cargos de “delitos relacionados con la seguridad nacional y propaganda contra el Estado”. Estas acusaciones han sido denunciadas por organismos humanitarios internacionales como represalias por su activismo. La salud de Mohammadi también ha sido motivo de preocupación; tras sufrir un ataque cardíaco el año pasado, fue sometida a una operación de urgencia. A pesar de los llamados de familiares y allegados para su excarcelación por motivos humanitarios, permanece en prisión.
En un acto de solidaridad y protesta, Mohammadi ha declarado su intención de iniciar una nueva huelga de hambre, coincidiendo con el Día Internacional de los Derechos Humanos. Su huelga es en apoyo a las mujeres bahá’ís encarceladas, cuya fe es considerada apóstata por las autoridades iraníes. Este gesto subraya su compromiso inquebrantable con la justicia y los derechos humanos, incluso frente a las adversidades personales más extremas.
La historia de Narges Mohammadi es un testimonio de coraje y resistencia en la cara del autoritarismo. Su mensaje desde la prisión es un recordatorio poderoso de que la lucha por la libertad y la dignidad humana no conoce fronteras ni barreras. A través de su ejemplo, Mohammadi no solo ha inspirado a su pueblo, sino que ha encendido una llama de esperanza que ilumina el camino hacia un futuro más justo para Irán y para el mundo.