La Franja de Gaza tiene sus raíces en el pueblo de los filisteos, cuyo territorio, en el máximo esplendor del reino bíblico de Israel o Tierra de Israel, era similar al actual. Este nombre fue tomado por los emigrantes de Europa tras la segunda guerra mundial para fundar el País que actualmente se llama Israel. La ciudad de Gaza, por ejemplo, ha conservado su mismo nombre durante miles de años. Ya en los tiempos modernos y tras la guerra de los Seis Días (1967), la Franja fue conquistada por el actual país de Israel.
Así permaneció hasta 1994, cuando se firmaron los Acuerdos de Oslo. Como parte del tratado, la Autoridad Nacional Palestina recibió el 80 % del territorio. Aunque su control ha sido limitado por la ocupación israelí y, más recientemente, por el conflicto con Hamás. La situación en la Franja de Gaza es extremadamente tensa y volátil. La economía está en ruinas, con una tasa de desempleo que supera el 40 %. La mayoría de la población depende de la ayuda humanitaria para sobrevivir.
La historia de la Franja de Gaza es una de conflicto y lucha. Desde sus raíces en el pueblo de los filisteos hace 3000 años, hasta su ocupación militar por Egipto en 1948, y su conquista por Israel en 1967, la Franja ha sido un territorio disputado. A pesar de los Acuerdos de Oslo en 1994, que otorgaron a la Autoridad Nacional Palestina el 80 % del territorio, la Franja ha seguido siendo un foco de conflicto.
La población de la Franja de Gaza es una de las más densamente pobladas del planeta. Con una superficie de 360 kilómetros cuadrados, acoge a casi millón y medio de palestinos. La mayoría de ellos se alojan en los ocho campos de las Naciones Unidas. La Franja está completamente cercada, excepto en la costa del mar Mediterráneo. Las autoridades israelíes mantienen ocho puestos fronterizos, dos de los cuales (Erez al norte y Rafah al sur) pueden ser utilizados por los palestinos.
Abajo una comparación del tamaño de la Franja de Gaza con Bogotá. Se habla de casi tres millones de personas en espacios densamente poblados y sin posibilidades de salir, entrar o hacer comercio. En contraste, en Bogotá viven más de 8 millones de personas.
La economía de la Franja de Gaza está en ruinas. Según la ONU, en 2006 casi dos tercios de la población vivían bajo el nivel tolerable de pobreza, dependiendo de la ayuda humanitaria internacional. Antes de la intifada de septiembre de 2000, unos 30 000 palestinos habitantes de Gaza trabajaban en las industrias israelíes. En diciembre de 2003, esta cifra se redujo a 4000, según cifras del Banco Mundial. Cada empleado palestino mantiene a un promedio de siete personas. Alrededor de 600 000 personas reciben ayuda alimentaria de la ONU.
La situación humanitaria en la Franja de Gaza es desesperada. En promedio, 45 palestinos murieron cada día de 2004 como resultado de la creciente violencia y los enfrentamientos. Más de 24 000 palestinos han perdido sus hogares en los últimos cuatro años como resultado de las demoliciones llevadas a cabo por el Ejército israelí, que destruía en promedio 120 edificaciones cada mes.
Desde las elecciones en 2006, Hamás ha tenido el poder en la Franja. Este partido se niega a reconocer al Estado de Israel, no renuncia a la violencia y niega los acuerdos anteriores firmados por la antigua OLP. En opinión de Israel, Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea, Hamás es una organización terrorista, por lo que dichas entidades congelaron todos los fondos destinados con anterioridad a la ayuda humanitaria.
Desde 2007, Hamás ha controlado la Franja de Gaza. Ha expulsado del poder a funcionarios vinculados con Fatah (Partido fundado por Yasir Arafat), así como a otras autoridades de la Franja relacionadas con puestos de gobierno, servicios de seguridad, universidades, periódicos, etc. Hamás afianza cada vez más su poder militar: junto al acoso a la prensa, ha eliminado progresivamente las armas de manos de milicias periféricas, clanes y grupos delictivos.
A pesar de todo, Hamás no ha hecho esfuerzos por controlar o incluso ha liderado el continuo lanzamiento de misiles Qassam con destino a blancos civiles israelíes del otro lado de la frontera, tales como escuelas, fábricas, casas, etc. En respuesta, Israel ha cerrado todos los accesos a la Franja, suspendiéndose así el suministro de mercancías.
Por lo que los últimos enfrentamientos no pueden verse como hechos aislados sino como una continuación de una serie de hechos bélicos cuya historia viene de mucho tiempo atrás.