El reciente informe del programa Copernicus de la Unión Europea ha encendido las alarmas sobre el estado del clima global. Según sus datos, es “prácticamente seguro” que 2024 se convertirá en el año más cálido registrado hasta la fecha. Este pronóstico no solo superaría el récord de 2023, sino que también marcaría un hito al ser el primer año en el que la temperatura media global supere en 1,5 °C los niveles de la era preindustrial.
El análisis de Copernicus revela que la anomalía de la temperatura media mundial de enero a octubre de este año es 0,71 °C superior a la media del periodo 1991-2020. Comparado con el mismo periodo de 2023, el año más cálido registrado hasta ahora, la media de 2024 ha sido 0,16 °C mayor. Aunque se espera que el margen entre 2023 y 2024 disminuya en los dos meses restantes, una anomalía media de solo 0,05 °C en este tiempo haría que 2024 fuera más cálido que 2023.
Este aumento de temperatura no tiene precedentes en los 85 años de registros del programa. Samantha Burgess, subdirectora del Servicio de Cambio Climático de Copernicus, destacó que este nuevo récord debería servir como catalizador para aumentar la ambición en la próxima conferencia sobre el cambio climático. La COP29, que se celebrará en Bakú, Azerbaiyán, reunirá a líderes mundiales para discutir cómo acelerar las acciones necesarias para enfrentar la triple crisis climática: el calentamiento global, la pérdida de biodiversidad y el aumento de la temperatura.
En esta conferencia, que se desarrollará del 11 al 22 de noviembre, se revisarán temas cruciales como el financiamiento necesario para reducir drásticamente las emisiones. Además, se presentarán los planes nacionales actualizados bajo el Acuerdo de París, que deben entregarse a principios de 2025. Estos planes, conocidos como NDC, son fundamentales para limitar el calentamiento global a un máximo de 1,5 °C para finales de siglo, tomando como referencia las temperaturas preindustriales.
Sin embargo, un informe reciente de la ONU ha revelado que los planes climáticos nacionales actuales están lejos de ser suficientes. Según el documento, si se implementan en su totalidad, los planes actuales llevarían a una reducción de 51,5 gigatoneladas de CO₂ para 2030, lo que representa solo un 2,6 % menos que en 2019. En contraste, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático ha señalado que para no superar el límite de 1,5 °C, las emisiones de gases de efecto invernadero deben reducirse en un 43 % para 2030 en comparación con 2019.
A la luz de estos datos, la ONU ha instado a que la próxima ronda de planes nacionales de acción climática represente un avance significativo en la acción y ambición por el clima. La urgencia de esta situación es evidente, y la comunidad internacional debe actuar con determinación para evitar consecuencias catastróficas.
El desafío es monumental, pero no insuperable. La tecnología y el conocimiento necesarios para reducir las emisiones ya existen. Sin embargo, se requiere voluntad política y cooperación global para implementar soluciones efectivas. La COP29 representa una oportunidad crucial para que los líderes mundiales demuestren su compromiso con el futuro del planeta.
En este contexto, es esencial que los países desarrollados asuman su responsabilidad histórica y lideren con el ejemplo. Esto incluye proporcionar financiamiento adecuado a las naciones en desarrollo para que puedan implementar sus propios planes de acción climática. Además, es fundamental que se promueva la transferencia de tecnología y el fortalecimiento de capacidades en estas regiones.
Por otro lado, la sociedad civil también juega un papel crucial en este proceso. La presión pública puede influir en las decisiones políticas y fomentar un cambio real. Las organizaciones no gubernamentales, los activistas y los ciudadanos deben continuar abogando por políticas más ambiciosas y sostenibles.
