Aeronáutica Civil de Colombia - @AerocivilCol Twitter
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La noche del 24 de enero se tiñó de emergencia en la capital colombiana. Un incendio forestal, cuyas llamas se extendieron por los cerros orientales, se convirtió en el protagonista de una serie de eventos que afectaron la cotidianidad de miles de personas. La visibilidad en el Aeropuerto Internacional El Dorado, el más importante de Colombia, se vio comprometida, lo que desencadenó una cadena de reacciones en el transporte aéreo del país.

La Aeronáutica Civil, en su último reporte, anunció una luz al final del túnel: las condiciones de visibilidad comenzaban a mejorar. Este cambio positivo permitió activar los planes de contingencia para normalizar las operaciones de la terminal aérea. La entidad agradeció la comprensión de pasajeros y operadores aéreos, enfatizando la importancia de mantenerse en contacto con las aerolíneas para conocer el estado actual de los vuelos.

La mañana del jueves 25 de enero reveló la magnitud del problema. Una gran nube de humo, acompañada de una densa neblina, se cernía sobre la sabana occidente, complicando las operaciones de despegue y aterrizaje. La Aerocivil no tardó en recomendar a los viajeros ponerse en contacto con sus aerolíneas, anticipando posibles cambios en los itinerarios de vuelo.

Una imagen capturada a las 6:55 de la mañana desde la torre de control ilustraba la crítica situación: la visibilidad era casi nula. Los vuelos programados para aterrizar en las primeras horas tuvieron que mantenerse en el aire, esperando una mejora en las condiciones, o en algunos casos, ser desviados a ciudades como Medellín para abastecerse de combustible.

La plataforma de arribos y despegues del Aeropuerto El Dorado mostraba que más del 60% de los vuelos se vieron afectados, generando congestión y alterando los planes de miles de viajeros. La Aerocivil aclaró que la baja visibilidad se debió en un 70% a la neblina y en un 30% al humo del incendio. A pesar de la situación, el aeropuerto continuó operando con restricciones.

En respuesta a la emergencia, algunas aerolíneas como Click y Avianca cancelaron vuelos para agilizar las operaciones, mientras que Latam, a pesar de los retrasos, mantuvo su programación de vuelos. Este escenario no es ajeno a Colombia, donde los incidentes relacionados con retrasos y cancelaciones de vuelos han ido en aumento, principalmente debido a condiciones climáticas adversas y problemas técnicos.

La Superintendencia de Transporte de Colombia establece que los pasajeros afectados por estos inconvenientes tienen derecho a recibir compensaciones. Estas van desde refrigerios y comunicaciones hasta compensaciones económicas para demoras significativas. Por retrasos de 1 a 3 horas, se deben ofrecer refrigerios y una llamada telefónica; de 3 a 5 horas, se añade una comida; y por atrasos superiores a 5 horas, se contempla una compensación mínima del 30% del valor del vuelo. Además, si la espera se extiende más allá de las 10:00 p.m., se debe incluir alojamiento y transporte.

En casos de cancelaciones de vuelos atribuibles al transportador que no sean por fuerza mayor, se requiere devolver el importe del billete más una indemnización adicional. Si las modificaciones de itinerario no superan las seis horas de espera para un vuelo posterior, el pasajero no recibiría la compensación del 30%, pero sí otras atenciones según las horas de retraso.

Los Reglamentos Aeronáuticos de Colombia refuerzan estas directrices, asegurando alojamiento y gastos de traslado en caso de cancelaciones no justificadas por fuerza mayor, siempre que no se haya reembolsado el coste del billete y que el pasajero no esté en su domicilio. Estas medidas buscan mitigar el impacto de los retrasos y cancelaciones en los viajeros, garantizando sus derechos y proporcionando cierto grado de confort en situaciones que, a menudo, escapan del control de todos.

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