En el corazón de la industria cinematográfica francesa, una nueva controversia ha surgido, poniendo una vez más en el foco a Gérard Depardieu, uno de los actores más reconocidos y celebrados de Francia. Recientemente, dos mujeres han presentado acusaciones contra Depardieu, alegando haber sido víctimas de agresiones sexuales por parte del actor durante las grabaciones de una película en París en el año 2021. Estas denuncias se suman a una serie de acusaciones previas que han manchado la reputación del actor, generando un intenso debate en la sociedad francesa sobre la cultura de la impunidad en el mundo del espectáculo.
La primera de las nuevas acusaciones proviene de una decoradora, quien, según su abogada Carine Durrieu-Diebolt, denunció a Depardieu por una presunta agresión sexual ocurrida durante el rodaje de “Les volets verts” de Jean Becker. La denunciante, identificada como Amélie, de 53 años, relató al medio Mediapart cómo Depardieu le hizo comentarios indecentes antes de agarrarla “brutalmente” y sobarla “desde la cintura, el vientre, hasta los pechos”. La intervención de los guardaespaldas del actor habría puesto fin a la agresión.
Además, otra mujer, Sarah, de 33 años y tercera asistente de dirección, acusó a Depardieu de haberle tocado “los pechos y las nalgas” en dos ocasiones distintas en agosto de 2021, también en París. Estas acusaciones se suman a las ya conocidas contra el actor, incluyendo la imputación en diciembre de 2020 por una supuesta agresión sexual a la actriz Charlotte Arnould en 2018, y la denuncia presentada por la periodista y escritora española Ruth Baza por una violación presuntamente ocurrida en 1995.
La justicia francesa, por su parte, archivó la denuncia de la actriz Hélène Darras, quien acusaba a Depardieu de agresión sexual durante un rodaje en 2007, debido a la prescripción de los hechos. Este patrón de acusaciones y el tratamiento legal de los mismos han avivado el debate sobre la responsabilidad de las figuras públicas y la protección de las víctimas de agresiones sexuales.
Las reacciones ante estas acusaciones han sido variadas y polarizadas. Por un lado, grupos feministas y sectores críticos de la industria cinematográfica han condenado enérgicamente las acciones de Depardieu, exigiendo justicia para las víctimas y cambios estructurales en la industria para prevenir futuras agresiones. Por otro lado, defensores del actor han cuestionado la veracidad de las acusaciones y han defendido su inocencia, argumentando que las denuncias forman parte de una campaña de difamación contra él.
Este escenario refleja la complejidad de abordar las acusaciones de agresión sexual en el ámbito público, especialmente cuando involucran a figuras de alto perfil. La necesidad de un equilibrio entre la presunción de inocencia y el apoyo a las víctimas de agresiones sexuales se ha convertido en un tema central de discusión. Además, estas acusaciones han impulsado un debate más amplio sobre la cultura de la impunidad en el cine y otros sectores, donde el poder y la influencia a menudo han servido para silenciar a las víctimas.
En este contexto, la industria cinematográfica y la sociedad en general se enfrentan al desafío de cómo responder de manera efectiva y justa a las acusaciones de agresión sexual, garantizando al mismo tiempo que se respeten los derechos de todas las partes involucradas. La situación de Depardieu se ha convertido en un caso emblemático que pone a prueba los valores y mecanismos de justicia de la sociedad francesa, en un momento en que el mundo entero observa y reflexiona sobre las dinámicas de poder, género y justicia en la cultura contemporánea.
