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El fallecimiento de Edgardo Cozarinsky marca el fin de una era en la literatura y el cine argentino. Este domingo, a los 85 años, el escritor y cineasta dejó un vacío profundo en la cultura argentina. Sus restos fueron velados en la Biblioteca Nacional en Buenos Aires, un lugar emblemático que refleja su amor por las letras y el conocimiento.

La noticia de su muerte fue recibida con tristeza por sus allegados y admiradores. La actriz española Marisa Paredes y el director de cine argentino Edgardo Cozarinsky compartieron momentos memorables, como en el Festival de San Sebastián en 2003. La imagen de ambos en ese evento es un testimonio de su influencia y reconocimiento internacional.

El escritor argentino Pedro Mairal expresó en su cuenta de X: “Murió Edgardo Cozarinsky, y es como si se fueran en él muchas personas. Era escritor, cineasta, dramaturgo, actor, milonguero, un tipo inteligente, amable y talentoso”. Estas palabras reflejan la multifacética personalidad de Cozarinsky, quien dejó una huella imborrable en cada campo que exploró.

En su juventud, Cozarinsky colaboró en la revista Sur, un espacio que le permitió conocer a figuras literarias de la talla de Silvina Ocampo, Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges. Estas amistades influyeron en su desarrollo como escritor y le brindaron una perspectiva única sobre la literatura. Publicó más de una veintena de obras, entre novelas, ensayos y libros de cuentos. Algunas de sus obras más destacadas incluyen “La novia de Odessa”, “Lejos de dónde”, “Vudú Urbano” y “En el último trago nos vamos”. Esta última le valió el V Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez en 2018.

En 1974, Cozarinsky se radicó en Francia, donde se dedicó al cine. Dirigió documentales sobre figuras como Ernst Jünger y Stefan Zweig, y películas de ficción como “Ronda Nocturna”. Su trabajo cinematográfico fue una extensión de su pasión por contar historias, y su habilidad para capturar la esencia de sus personajes lo convirtió en un cineasta respetado.

Cozarinsky volvió a Argentina en 1989 y desde ese momento se dedicó a su pasión por el tango. Fue un ferviente bailarín, lo que lo llevó a publicar su libro “Milongas” en 2007. Este libro es una celebración de la cultura del tango y una muestra de su amor por esta danza tradicional argentina.

La vida de Edgardo Cozarinsky es un ejemplo de dedicación y pasión por el arte. Su capacidad para moverse entre diferentes disciplinas y su talento para contar historias lo convirtieron en una figura única en la cultura argentina. Su legado perdurará en sus obras y en el recuerdo de quienes tuvieron el privilegio de conocerlo y trabajar con él.

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