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El expresidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, ha sido condenado a 45 años de prisión en Estados Unidos. Antes de conocer su sentencia, Hernández declaró que no tiene remordimientos y reiteró su inocencia. “Es mi única oportunidad, porque lo más seguro es que voy a estar preso de por vida”, afirmó en un extenso mensaje. El juez federal Kevin Castel, del Distrito Sur de Nueva York, le recordó que podía hacer una declaración, pero que no se trataba de un espacio de opinión. Sin embargo, Hernández insistió en exponer su versión de los hechos.

Hernández, de 55 años, fue condenado por cargos de conspiración para importar cocaína a Estados Unidos, conspiración para poseer armas de fuego y dispositivos destructivos para el narcotráfico, y posesión de ese tipo de armamento durante la conspiración de narcotráfico. Además de la condena de prisión, se le impuso el decomiso de sus bienes y una multa de 8 millones de dólares.

Durante su declaración, Hernández reiteró su inocencia y afirmó que el juicio se basó en la palabra de criminales que tenían incentivos para hablar y reducir sus condenas. “Ellos van a salir libres en cualquier momento mientras yo voy a seguir en la cárcel”, dijo. A pesar de las advertencias del juez de no hacer un discurso, Hernández continuó hablando en español con la ayuda de un intérprete.

El expresidente aseguró que, si tuviera la oportunidad de volver al pasado, tomaría las mismas decisiones. Vestido con un traje caqui de prisionero, afirmó que no tiene ningún remordimiento. “Si no es hoy, será mañana, pero la verdad se dará a conocer y eso le va a hacer mucho daño al sistema de justicia de EE.UU. y a las alianzas de los países que hemos luchado contra este flagelo del narcotráfico”, advirtió. También citó una frase de Martin Luther King Jr. sobre la injusticia y una frase atribuida a Dante Alighieri.

Los fiscales acusaron a Hernández de conspirar con los cárteles durante su mandato para transportar más de 400 toneladas de cocaína a través de Honduras hacia Estados Unidos. A cambio, habría recibido millones de dólares en sobornos que utilizó para impulsar su carrera política. Durante el juicio, el jurado escuchó a exnarcotraficantes afirmar que pagaron sobornos a Hernández y su entorno.

Afuera del tribunal, el abogado de Hernández, Renato Stabile, declaró a CNN que la condena es “efectivamente una condena a cadena perpetua”, considerando la edad de su cliente. Stabile afirmó que Hernández es mentalmente fuerte y que continuarán peleando, presentando apelaciones y tratando de conseguir otro juicio.

No hubo familiares de Hernández presentes en la audiencia, ya que las solicitudes de visa de su esposa y sus hijas fueron rechazadas. Ana García, esposa de Hernández, dijo a CNN por videoconferencia que está en contacto con su marido y que no pierde la esperanza de verlo. “Sé que va a volver a casa, vamos a agotar todas las instancias legales para poder garantizar la inocencia en un juicio justo”, afirmó. Además, confirmó que volverán a solicitar la visa como familia para poder visitarlo.

Sobre la decisión de la justicia, García comentó: “Hoy mi esposo ha recibido una condena inmerecida, es un hombre inocente. Como familia, vamos a seguir llevando esta voz a lo alto y ancho del mundo”. También lanzó críticas contra el juez Castel. “Un juez que ni siquiera conoce Honduras se atrevió a decir tantas cosas en contra mi esposo que me da vergüenza, me da indignación y rabia, esa es mi reacción”. García dijo estar confiada en que “la verdad va a prevalecer” y que Hernández volvería a su casa.

El caso de Juan Orlando Hernández ha generado un gran debate tanto en Honduras como en Estados Unidos. Por un lado, algunos consideran que la condena es justa y necesaria para combatir el narcotráfico. Por otro lado, hay quienes creen que Hernández es víctima de un sistema judicial corrupto y que su condena es injusta. La situación es compleja y las opiniones están divididas.

En cualquier caso, la condena de Hernández marca un hito en la lucha contra el narcotráfico y la corrupción en América Latina. La sentencia envía un mensaje claro de que nadie está por encima de la ley, independientemente de su posición o poder. Sin embargo, también plantea preguntas sobre la imparcialidad y la justicia del sistema judicial, tanto en Estados Unidos como en Honduras.

El futuro de Hernández es incierto. Su equipo legal continuará luchando para revocar la condena y conseguir un nuevo juicio. Mientras tanto, su familia y seguidores seguirán defendiendo su inocencia y buscando justicia. La historia de Juan Orlando Hernández es un recordatorio de los desafíos y las complejidades de la lucha contra el narcotráfico y la corrupción en la región.

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