Ester Expósito, la joven actriz que ha conquistado a casi treinta millones de seguidores en las redes sociales, ha confesado en una entrevista con El País que la fama no era una opción para ella. Su deseo era ser actriz y poder vivir de su profesión, no ser famosa. Sin embargo, la fama le llegó muy pronto gracias a su participación en la serie de Netflix, Élite.
Expósito relata que nunca soñó con ser famosa. “Yo quería ser actriz y vivir de esto, pero la fama no era una opción. Al principio la pude gestionar bien con la ayuda de mis padres. Pero ahora se me hace bola”, cuenta a Martín Bianchi. La actriz añade que necesita volver a sus orígenes para reencontrarse con una niñez de la que quiso escapar y ahora añora.
Este verano, Expósito volvió a Viveiro, el pueblo de su madre en Galicia. “Ir allí es mi gasolina para el resto del año. Es mi forma de recordar que había una Ester antes de todo esto, una Ester que disfrutaba de sus botellones y sus fiestas de pueblo”, explica. Fue en este lugar donde deseó con fuerza convertirse en intérprete. “Yo veía a niños trabajando en el cine y la tele y les decía a mis padres: ‘¿Por qué no puedo ser yo?'”, recuerda.
A pesar de los deseos de sus padres de que tuviera una niñez normal, Expósito impuso sus anhelos y se apuntó con solo 13 años a la escuela de interpretación. Con 19 años ya era la estrella mundial que hoy conocemos gracias a la serie de Netflix.
La actriz confiesa que siempre quiso ser mayor, sentirse mayor y hacer cosas de mayor. “Pero creo que idealicé la adultez y ahora siento nostalgia por la niñez. Empiezo a ser consciente de que mi vida no va a volver a ser la que era. Me dedico a lo que me gusta, pero la presión es muy fuerte. Soy una persona con mucha ansiedad y la exposición no me ayuda a gestionarla”, cuenta.
Expósito también habla de la soledad que conlleva la fama. “Nadie de tu entorno vive lo mismo que tú y se crea una distancia, un abismo, que te separa del resto. La fama te aísla, te hace sentir solo”, explica. A pesar de la independencia económica que le da su profesión, la actriz sigue viviendo con sus padres y se queja del interés mediático que genera.
“Se inventan muchas cosas, se dicen muchas mentiras sobre mí. Yo intento mirar a otro lado, pero me da rabia que se dé por cierto algo que es mentira, como cuando dijeron que estuve con un futbolista”, se lamenta. Expósito añade que la prensa puede ser muy intrusiva y que no puede conocer a alguien tranquilamente porque los paparazis están detrás. “Tampoco puedo llorar tranquilamente tras una ruptura porque lo voy a leer en la prensa antes de que se lo pueda contar a un amigo. Parte de esta exposición me genera ansiedad”, confiesa.
La actriz también se confiesa una persona muy severa consigo misma. “Soy muy exigente, neurótica, casi obsesiva. Cuando hago algo y no me gusta, me cuesta salir del bucle. Me castigo mucho, más de lo que debería… No me sirven de nada las opiniones ajenas. Las agradezco un montón, pero no me sirven. Podré gustar mucho, pero si yo no me quedo contenta con un trabajo, da igual lo que digan. Los directores con los que trabajo saben de lo que hablo. Para bien o para mal, la última palabra para que me quede tranquila es la mía”, explica.
La presión y la fama son tan difíciles de gestionar que Expósito reconoce que necesitó ayuda. “Hace dos años empecé a ir a terapia y me fue muy bien. Lo tuve que dejar por los rodajes fuera de España, pero ahora me gustaría retomar. No es fácil dar ese paso: recurrir a un desconocido y exponerte ante él y hablar de lo que te duele. Pero al final es positivo. Tengo que volver porque necesito gestionar la ansiedad. Pienso que puedo con todo, pero no puedo con todo”, confiesa.
Después del éxito de Élite, Expósito vivía rodeada de un ruido constante: redes sociales, propuestas laborales, la gente en la calle… “Recibía un millón de estímulos que no me dejaban decaer o hacer un viaje introspectivo. Estaba tan distraída que no podía parar y pensar. Cuando ese ruido se acalla un poco, como me pasó después de Élite, de repente me di cuenta de que estaba sola conmigo. Y enfrentarte a la soledad es duro. Ahí es cuando vuelves a encontrarte con las cosas que te duelen de la vida: asuntos sin resolver, inseguridades, dudas. Ahí es cuando la confianza se tambalea”, agrega.
“Me quedé sola conmigo misma y empecé a preguntarme quién soy y quién era antes de todo esto. Fue una crisis existencial necesaria. Antes de Élite nunca dudé de mí. Siempre tuve mucha confianza en qué iba a poder hacer y conseguir todo lo que quisiera. Supongo que era una forma de animarme para llegar a mi objetivo. Después de la serie empezaron las inseguridades. No es fácil bajarse de un éxito. Parar y quedarse a solas con una misma da vértigo. Es un sacrificio en muchos sentidos. Sacrificas dinero, sacrificas proyectos, exposición…”, concluye.