El reciente anuncio del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, sobre el reconocimiento del Estado palestino ha generado una ola de reacciones en la comunidad internacional. Esta decisión, que será formalizada por el Consejo de Ministros el próximo martes, no solo coloca a España en una posición destacada en la diplomacia europea, sino que también cuenta con el respaldo de Irlanda y Noruega. Estos países se suman a una medida que busca presionar por un final de la guerra en Gaza, garantizando la seguridad de Israel y promoviendo la coexistencia pacífica de dos Estados.
El contexto de esta decisión es complejo y está marcado por la reciente ofensiva militar lanzada por el Gobierno de Benjamín Netanyahu en respuesta al ataque de Hamás el pasado 7 de octubre. Este conflicto ha dejado un saldo devastador: más de 34.000 muertos, unos 70.000 heridos y un millón de desplazados palestinos. En este escenario, el reconocimiento del Estado palestino se presenta como una medida histórica y necesaria para avanzar hacia una solución duradera.
Nada más conocerse el anuncio, Netanyahu ordenó el regreso a Israel de sus embajadores en Madrid, Dublín y Oslo, acusando a estos países de “dar una medalla de oro a los asesinos de Hamás”. Sin embargo, esta interpretación dista mucho de la realidad. El reconocimiento de Palestina no busca premiar a ninguna organización terrorista, sino establecer las bases para una paz sostenible en la región. De hecho, el Congreso español ya había votado mayoritariamente a favor de esta medida en septiembre de 2014, aunque sin fijar una fecha concreta.
Desde hace meses, el Gobierno de España ha estado pidiendo un alto el fuego y expresando su preocupación por las violaciones del derecho humanitario, tanto por parte de Israel como de Hamás. Esta preocupación llevó a Israel a retirar temporalmente a su embajadora en España. La inacción de la comunidad internacional y la persistencia de Netanyahu en castigar a la población civil de Gaza han impulsado a varios líderes europeos a acelerar el reconocimiento del Estado palestino. Esta decisión, que ya comparten 142 países de la ONU y la Santa Sede, no debe interpretarse como un acto hostil contra Israel.
En Europa, países como Polonia, Bulgaria, Rumania, Hungría, República Checa, Eslovaquia, Suecia y Chipre ya reconocen a Palestina como Estado. En España, la medida cuenta con el apoyo del 78% de los ciudadanos, según el barómetro del Real Instituto Elcano. Este respaldo popular refleja un deseo generalizado de encontrar una solución justa y duradera al conflicto.
El anuncio de España, Irlanda y Noruega se produce en un momento crucial, apenas dos días después de que el fiscal jefe del Tribunal Penal Internacional (TPI), Karim Khan, solicitara órdenes de detención contra el primer ministro israelí y su ministro de Defensa, así como contra la cúpula de Hamás. Esta acción busca que los responsables de las violaciones de los derechos humanos en Gaza rindan cuentas ante la justicia. Aunque Israel no reconoce al TPI, la solicitud de la Fiscalía envía un mensaje claro: no se pueden traspasar impunemente los límites que marca el derecho internacional humanitario.
Es importante destacar que el reconocimiento del Estado palestino no es una medida aislada, sino parte de un esfuerzo más amplio por encontrar una solución al conflicto árabe-israelí. La existencia de dos Estados es una condición indispensable para la paz, según las resoluciones de Naciones Unidas. Este movimiento diplomático, liderado por España, busca aplicar esta condición y avanzar hacia un futuro en el que tanto israelíes como palestinos puedan vivir en paz y seguridad.
En este contexto, es fundamental que la comunidad internacional apoye estas iniciativas y trabaje de manera conjunta para garantizar el respeto al derecho internacional humanitario. La paz en la región no se logrará a través de la violencia y la represión, sino mediante el diálogo y el reconocimiento mutuo. El reconocimiento del Estado palestino es un paso en esta dirección, y su éxito dependerá de la voluntad de todas las partes involucradas para trabajar hacia una solución justa y duradera.