El historial crediticio, ese registro que se teje como hilo conductor a lo largo de la vida bancaria de cada individuo, se convierte en una suerte de archivo en el que se almacenan minuciosamente los detalles sobre el comportamiento financiero de quien lo habita. Desde el primer destello de luz que se enciende al abrir una cuenta bancaria y solicitar el primer crédito, este registro se nutre de información crucial: si los pagos son puntuales, si hay algún atisbo de morosidad o, aún más grave, si se ha incurrido en algún reporte negativo. En este centro de información radica la clave para que las entidades bancarias puedan discernir si aquel individuo será un “buen pagador” o no, y así otorgarle diferentes tipos de créditos, desde los hipotecarios hasta los de libre inversión. Pero aquí no termina la trama. También se incluyen en este registro las deudas que se hayan contraído con entidades tales como empresas de telecomunicaciones, servicios de televisión o almacenes de cadena. Aquellos que comprenden la importancia vital del historial crediticio saben que de él depende en gran medida una vida financiera cómoda. Los créditos, esos hilos invisibles que se tejen con destreza, pueden acercarnos a la materialización de nuestros sueños más anhelados: una casa propia, un automóvil reluciente, una educación universitaria de calidad o incluso un viaje por los rincones más exóticos del mundo. Todo parecería indicar que revisar minuciosamente nuestro historial crediticio no debería generar mayores complicaciones en nuestro puntaje.

En la construcción de este historial crediticio, el primer paso radica en solicitar nuestro primer préstamo o producto crediticio. Una opción viable y accesible para cualquier entidad financiera es la obtención de una tarjeta amparada, diseñada específicamente para jóvenes o con cupos más modestos. Entre las entidades que ofrecen este tipo de tarjetas podemos mencionar la Tarjeta de Jóvenes de Bancolombia, que requiere únicamente demostrar ingresos superiores a $200.000; la Tarjeta Liviana del Banco Davivienda, otorgada a jóvenes que perciban al menos un salario mínimo ($1.160.000); o incluso la Tarjeta Visa congelada de BBVA, con un cupo que oscila entre los 600.000 pesos y los $2.999.999. Sin embargo, si la idea de tener una tarjeta de crédito no resulta atractiva, podemos iniciar nuestro camino hacia la construcción del historial crediticio a través de un préstamo personal, garantizado o co-firmado. Este préstamo puede ser empleado para satisfacer algún capricho pequeño que nos queramos dar o incluso para realizar alguna mejora en nuestro hogar. Es imperativo recordar que el pago puntual de este préstamo marcará el inicio de nuestra vida crediticia con el pie derecho. Además, resulta fundamental mantener un saldo bajo en nuestras deudas, ya que cuanto menos gastemos en un crédito, mejor será para nosotros. Si tenemos la posibilidad de realizar compras pequeñas y diferirlas a una cuota, estaremos dando un paso adelante en esta danza financiera.

Ahora bien, ¿qué significa poseer un puntaje entre 600 y 750 en Datacrédito? Contar con un puntaje de crédito sólido es el reflejo de un comportamiento financiero responsable, de un compromiso inquebrantable con nuestras obligaciones adquiridas. Este puntaje se erige como la “hoja de vida financiera” que desempeña un papel determinante en la solicitud y aprobación de préstamos, desde los microcréditos hasta los préstamos inmediatos, pasando por las tarjetas de crédito, los créditos de libre inversión, los créditos vehiculares e incluso los créditos hipotecarios. Incluso servicios como los de telecomunicaciones también se ven influenciados por esta calificación. Tanto las entidades financieras como otras empresas que ofrecen financiamiento en plazos para sus productos y servicios toman en cuenta nuestro puntaje de crédito. Este se evalúa a partir de aspectos tales como nuestros ingresos mensuales, nuestra capacidad para endeudarnos y, por supuesto, nuestro historial de pagos cumplidos. No existe una clasificación estrictamente buena o mala, sin embargo, en Datacrédito los puntajes oscilan entre 150 y 950 puntos. Un puntaje sólido nos brinda mayores oportunidades para acceder a préstamos, financiamiento y otros recursos por parte de las empresas. Por ende, resulta crucial conocer nuestra calificación y gestionarla de manera adecuada para asegurar un futuro financiero sólido.

Pero ¿cómo se calculan los intereses de un préstamo en Colombia? El puntaje de crédito tiene la capacidad de predecir la probabilidad de cumplir con el pago de nuestras obligaciones financieras en los meses venideros. Para comprender el funcionamiento del puntaje de crédito, es necesario adentrarnos en el diagnóstico que se realiza mediante los planes de pago ofrecidos por Datacrédito. En resumidas cuentas, este diagnóstico se basa en cuatro factores fundamentales: los hábitos de pago, que evalúan los productos financieros en cartera castigada, aquellos con dudoso recaudo o con moras superiores a los 30, 60 y 90 días, así como los reportes negativos; el endeudamiento, que analiza el porcentaje de ocupación que tenemos en nuestros productos financieros; la composición de nuestro portafolio, que evalúa qué tan completo es este último, incluyendo aquellos productos en los que actuamos como codeudores, así como también los productos relacionados con las telecomunicaciones móviles y el hogar, entre otros; y finalmente, la experiencia crediticia, que tiene en cuenta el tiempo que hemos mantenido una historia crediticia activa, las aperturas más recientes y nuestro comportamiento positivo en el cumplimiento de nuestras obligaciones adquiridas. Entre los puntajes que oscilan entre 150 y 600 en Datacrédito, se encuentra un mayor riesgo de incumplimiento de nuestras deudas. Por otro lado, un puntaje superior supone una mayor probabilidad de cumplimiento. De esta manera, las entidades financieras pueden depositar una confianza más sólida en nosotros en caso de que solicitemos algún producto o préstamo.

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