El cóndor andino, emblema de los cielos sudamericanos, enfrenta una paradoja de supervivencia en los vertederos de Chile. Estas aves, que se cuentan entre las más grandes del mundo, se ven obligadas a adaptarse a un entorno alterado por la actividad humana, donde la basura se convierte en su fuente de alimento. El vertedero Loma Los Colorados, el más grande de Chile, se ha convertido en un inesperado santuario para estos gigantes alados, según revela un estudio publicado en el Journal of Raptor Research.
El trabajo de Eduardo Pavez y su equipo, que se extendió por 17 años, arroja luz sobre la compleja relación entre los cóndores y su cambiante hábitat. Los resultados son claros: la disponibilidad de alimentos en los alrededores, principalmente cadáveres de ganado y conejos, determina la presencia de los cóndores en el vertedero. Sin embargo, esta relación no es estática. Fluctúa con los movimientos del ganado y las crisis ambientales, como sequías y enfermedades, que incrementan la cantidad de carroña en el paisaje.
La dinámica social de estas aves también se ve reflejada en el vertedero. Los cóndores más jóvenes y las hembras, situados en un escalón inferior de la jerarquía social, visitan el vertedero con más frecuencia que los machos adultos. Este comportamiento subraya la presión competitiva que enfrentan en la naturaleza por recursos limitados.
Los vertederos, con su suministro constante de alimento, pueden parecer un oasis en medio de la escasez. No obstante, esta fuente de sustento viene con un precio alto. Los cóndores están expuestos a riesgos de envenenamiento, como los incidentes con organofosforados que afectaron principalmente a machos adultos, los cuales dominan en la búsqueda de alimento y, por ende, son los primeros en consumir sustancias tóxicas.
El estudio también destaca cómo los eventos de mortalidad masiva del ganado y los conejos, causados por la sequía y la mixomatosis respectivamente, alteraron temporalmente la asistencia de cóndores al vertedero. Estos eventos, aunque trágicos, proporcionaron una abundancia de alimentos en el paisaje, disminuyendo la dependencia de los cóndores de los vertederos. Pavez señala que la presencia de cóndores en estos sitios actúa como un “barómetro muy sensible” de la disponibilidad de alimentos en una región amplia.
Ante esta situación, los autores del estudio proponen una colaboración proactiva con las empresas que gestionan los vertederos. La implementación de estaciones de alimentación controladas durante épocas de escasez, como el invierno austral, podría mitigar la dependencia de los cóndores de la basura. Esta iniciativa ya ha sido puesta en práctica con éxito por el equipo de Pavez, con el apoyo financiero de la empresa KDM Company.
La transformación de la percepción de las empresas de vertederos, de ser vistas como parte del problema a convertirse en aliadas de la conservación, es un paso significativo. Pavez enfatiza que el financiamiento de estas empresas ha sido crucial para llevar a cabo estudios que ahora contribuyen a la protección del cóndor andino.
El rol ecológico de los cóndores andinos es insustituible. Como carroñeros, limpian el paisaje de restos orgánicos, previniendo la propagación de enfermedades y contribuyendo al equilibrio natural. Su preservación trasciende las fronteras de Chile y se convierte en un asunto de interés global. La continuidad de su vuelo majestuoso no es solo un espectáculo para admirar, sino un indicador de la salud de nuestros ecosistemas.