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En Colombia, la política vive un momento paradójico. Mientras que los partidos políticos atraviesan uno de los peores momentos de desprestigio, con una imagen desfavorable que supera el 70% según sondeos, el Consejo Nacional Electoral (CNE) otorga cada vez más personerías jurídicas a colectividades que podrán avalar candidatos para las próximas elecciones. Pareciera que, en Colombia, la ecuación política se invirtió: ya no es necesario que cada partido tenga su líder político, sino que ahora cada líder político tiene su propio partido.

En apenas cuatro años, desde 2018 hasta la fecha, el país pasó de tener 18 a 35 colectividades con personería jurídica con capacidad para avalar candidatos. Prácticamente el doble. Esta proliferación de agrupaciones políticas, lejos de fortalecer la democracia, demuestra que algunas de estas organizaciones están siendo utilizadas por los líderes políticos con fines personales y luego de obtener su objetivo son desechadas, lo que no permite que se cree identidad y comunidad alrededor de estas colectividades.

“La mayoría de los partidos con asiento en el Congreso son de creación reciente, débiles como organizaciones y en sus vínculos con la sociedad. Muchos son el resultado de artificios, de uniones temporales, de reciclajes de partidos anteriores, o de congresistas y dirigentes regionales que transitan de uno a otros amparados por las normas que ellos mismos crearon”

aseguró el analista político Javier Duque Daza.

La senadora de Alianza Verde Angélica Lozano ha sido crítica de este ‘boom’ de partidos políticos,

“Pocos partidos tienen representatividad, arraigo popular no lo digo por percepción, por umbral. En 2022 ocho listas superaron el umbral. Este año en octubre también hay umbral (medio cuociente) y miles de personas no elegirán, pues no superarán el umbral”

denunció. La congresista aseguró que esta explosión de partidos políticos es “un lamentable retroceso en el sistema político”.

Ha hecho carrera que algunos líderes políticos con gran reconocimiento en el país quieren tener su propio partido para contar con el poder de otorgar avales y crear movimientos no alrededor de ideas sino de su nombre. Esto demuestra también por qué, como ha venido ocurriendo, los líderes políticos pasan de un partido a otro, así sean ideológicamente distintos, sin ruborizarse.

“En definitiva, los partidos son instrumentos temporalmente útiles, pero que se intercambian o se descartan con la misma facilidad con la que se los elige”

indicaron los investigadores de la Universidad Icesi de Cali Juan Pablo Milanese y Juan Albarracín, en artículo para Razón Pública.

Con la apertura política que trajo la Constitución de 1991 surgieron decenas de movimientos y partidos. Esta proliferación llegó al extremo en las elecciones de 1998 cuando se registraron 80 partidos, además de las múltiples facciones liberales o conservadoras de carácter regional. El abanico comenzó a cerrarse tras la reforma política de 2003, especialmente como efecto del umbral electoral, de las listas únicas y de la prohibición de la doble militancia. Tras las elecciones de 2006, quedaron 16 partidos.

Sin embargo, en los últimos cuatro años esto cambió. Algunas decisiones judiciales, ampliamente explicadas por las instancias que las han adoptado, han ordenado el reconocimiento de este privilegio por vías diferentes a la original. Un ejemplo es lo que ocurrió en 2014 con la Unión Patriótica, a la que un fallo del Consejo de Estado le devolvió su personería. Un camino similar transitó el Nuevo Liberalismo, el cual logró que sus peticiones fueran escuchadas por la Corte Constitucional, la cual le regresó este reconocimiento al considerar que la colectividad había desaparecido como consecuencia de la violencia política. Por esta misma vía recibieron personería también Verde Oxígeno, de Ingrid Betancourt, y Salvación Nacional, fundado por el asesinado líder conservador Álvaro Gómez Hurtado.

Otra vía fue la que emprendió el exsenador Jorge Enrique Robledo, quien, tras separarse del Polo Democrático, acudió al Consejo Nacional Electoral para obtener la personería de su movimiento Dignidad. Este camino fue utilizado también por la Fuerza de la Paz, de Roy Barreras, colectividad que nació tras la división del partido ADA. Colombia Humana, el partido del presidente Gustavo Petro, logró su reconocimiento por medio del estatuto de la oposición, vía por la cual entró también Fuerza Ciudadana, del gobernador Carlos Caicedo. Caso aparte es el del Partido Comunes, de los excombatientes de las Farc, que nació producto del Acuerdo de La Habana.

De esta manera, bajo un mecanismo o el otro, el país ya va en 35 colectividades que aparecerán en el tarjetón en las próximas elecciones.

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