La economía, esa gran maquinaria que mueve el mundo, parece estar en un estado de salud lo suficientemente robusto como para soportar un golpe modesto derivado de un breve cierre del gobierno norteamericano. Esta es la conclusión a la que han llegado diversos economistas tras analizar la situación actual. El cierre del gobierno federal, un fenómeno que se ha vuelto recurrente en los últimos años, ha permitido a los expertos tener una idea bastante precisa de cómo este evento afectaría a la economía estadounidense. La respuesta, aunque simple, es contundente: cuanto más se prolongue el cierre, mayor será el daño que probablemente cause.

Los economistas de Wall Street y aquellos que trabajan dentro de la administración de Biden han llegado a la conclusión de que un cierre breve es poco probable que frene de manera significativa la economía o que la empuje hacia una recesión. Esta evaluación se basa, en parte, en la evidencia recopilada de episodios anteriores en los que el Congreso dejó de financiar muchas operaciones gubernamentales.

Entre los expertos que han analizado esta situación se encuentra Jim Tankersley, corresponsal de la Casa Blanca con un enfoque en política económica. Tankersley, quien ha escrito durante más de una década en Washington sobre la disminución de oportunidades para los trabajadores estadounidenses, es autor de “The Riches of This Land: The Untold, True Story of America’s Middle Class”. Su experiencia y conocimientos le permiten tener una visión clara y precisa de los posibles efectos de un cierre del gobierno en la economía.

El 1 de octubre marca el inicio del año fiscal del gobierno de Estados Unidos. Si los políticos no logran llegar a un acuerdo para entonces, el gobierno federal se cerraría. Este escenario, aunque no es nuevo, siempre genera incertidumbre y preocupación. En el pasado, los cierres del gobierno han sido breves, a menudo durando días, y la mayoría de los empleados reciben su salario retroactivo. Sin embargo, la interrupción es considerable y puede afectar temporalmente el crecimiento económico a través de una reducción en la confianza del consumidor, así como interrumpir el gasto en defensa y atención médica.

Es importante destacar que la gran mayoría de los empleados del gobierno están empleados por los estados y localidades, que generalmente están protegidos de los cierres a nivel federal. A pesar de esto, la incertidumbre podría afectar a la economía, pero eso podría ser en el contexto de un crecimiento relativamente fuerte en el tercer trimestre, según la última perspectiva de los pronosticadores y las proyecciones actuales. Las estimaciones trimestrales recientes indican que el crecimiento del tercer trimestre superará el 3%, lo cual es relativamente alto. Por lo tanto, es poco probable que un cierre del gobierno en aislamiento, a menos que sea extremadamente prolongado, pueda provocar una recesión a partir de niveles tan altos de crecimiento.

Un aspecto interesante y menos conocido de un cierre del gobierno es que podría provocar retrasos o lagunas en la provisión de datos económicos clave utilizados por el gobierno para medir y pronosticar el crecimiento y el desempleo. Durante un cierre, la predicción económica se volvería más desafiante. Esto es especialmente cierto en un momento en que la Reserva Federal ha enfatizado la dependencia de los datos para su próxima decisión sobre las tasas de interés.

Los políticos continúan discutiendo planes para aprobar un presupuesto y evitar este escenario, pero el tiempo se agota y el riesgo de un cierre es real. Además, el estancamiento político actual, donde los republicanos y los demócratas comparten el control del Congreso, históricamente ha hecho que los cierres del gobierno sean más probables, incluso sin divisiones internas dentro de las filas republicanas.

Un cierre podría ocurrir al comienzo del cuarto trimestre para la economía de Estados Unidos. Al considerar otros riesgos económicos, como la reanudación de los pagos de préstamos estudiantiles, el aumento de los costos de energía y la huelga continua de la UAW, es posible que el crecimiento se debilite debido a una serie de factores únicos en combinación, aunque un cierre del gobierno solo sería un factor contribuyente en dicho escenario.

El impacto de un cierre del gobierno no se limita a los empleados del gobierno. Muchos estadounidenses están empleados por el gobierno federal de Estados Unidos y muchos más ocupan puestos que son financiados, directa o indirectamente, por el gasto gubernamental. Afortunadamente, aquellos empleados directamente por el gobierno federal de Estados Unidos recibirían su salario retroactivo cuando termine el cierre. Sin embargo, incluso un cheque de pago retrasado puede ser extremadamente disruptivo para los presupuestos familiares. Esa interrupción podría crear fácilmente un freno en el gasto del consumidor.

La situación para los contratistas del gobierno es potencialmente peor, ya que no hay garantía de recibir su salario retroactivo después de que termine el cierre. Por lo tanto, los contratistas, dependiendo de sus situaciones específicas, podrían sufrir una pérdida permanente de ingresos durante la duración de cualquier cierre.

El trabajo en defensa y atención médica está a menudo estrechamente vinculado al financiamiento gubernamental. Por lo tanto, cualquier cierre podría tener un impacto material en estos sectores en la medida en que los empleos y los pagos asociados se vean interrumpidos o retrasados.

La duración de un cierre es imposible de predecir, aunque en los últimos años han tendido a durar un poco más. Esto se debe en parte a que se han tomado diversas medidas con el tiempo para preservar las funciones críticas del gobierno durante un cierre. Esto los hace algo más manejables para aquellos fuera del gobierno, incluso si se producen retrasos en los controles de seguridad del aeropuerto o se interrumpen los Parques Nacionales. En términos históricos, un cierre de unos pocos días es lo más común y cualquier cierre que dure más de dos semanas es raro.

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