Dori Toribio -@DoriToribio Twitter
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La cumbre del 75 aniversario de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) debía ser una celebración del éxito y la expansión de la alianza. Sin embargo, la realidad es mucho más compleja. La guerra en Ucrania y la sombra de Donald Trump, candidato a la presidencia de Estados Unidos, han generado un ambiente de incertidumbre.

El presidente estadounidense, Joe Biden, será el anfitrión de la cumbre. Biden, un demócrata que lucha por su supervivencia política tras un desastroso debate contra Trump, recibirá a los dirigentes de la alianza transatlántica de 32 naciones durante tres días. Además, ha invitado a los líderes de Australia, Japón, Nueva Zelanda y Corea del Sur. Esta invitación refleja el creciente papel de la OTAN en Asia frente a una China en ascenso. Sin embargo, la estrella de la cumbre será el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, cuyo país no forma parte de la alianza.

La OTAN, fundada en 1949 para proporcionar defensa colectiva contra la Unión Soviética, ha vuelto a su misión original. Los aliados se unieron en defensa de Ucrania tras la invasión rusa en 2022. Ucrania esperaba derrotar a Rusia rápidamente con la ayuda de Occidente. Sin embargo, las tropas rusas han seguido avanzando en el este del país. Un funcionario europeo reconoció que el ambiente previo a la cumbre se ha vuelto “sombrío”.

“Esta cumbre será muy diferente de los planes iniciales porque se celebra en un momento crítico para la seguridad europea”, dijo el funcionario, que ha pedido el anonimato. “Rusia se encuentra hoy en una situación bastante cómoda. Creen que simplemente pueden esperar”, afirmó.

Max Bergmann, director del programa Europa, Rusia y Eurasia del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, estima que la cumbre llega en “el mejor de los momentos, y en el peor de los momentos”. “El mejor de los momentos, en el sentido de que la Alianza sabe de qué va: disuadir a Rusia. Los miembros de la Alianza están gastando más”, afirmó. “Pero también es algo así como el peor de los tiempos – obviamente debido a la guerra en Ucrania, los desafíos de aumentar el gasto de defensa europeo, las preocupaciones sobre la fiabilidad de Estados Unidos”, explica.

Trump, que en el pasado ha expresado su admiración por el presidente ruso Vladimir Putin, ha criticado durante mucho tiempo a la OTAN. Considera que es una carga injusta para Estados Unidos, que gasta mucho más que cualquier otro aliado en este mecanismo. El republicano, que aventaja ligeramente a Biden en las encuestas, asegura que puede detener la guerra. Sus asesores han planteado la posibilidad de condicionar la futura ayuda estadounidense a que Ucrania entable negociaciones para ceder territorio.

Francia, donde el presidente Emmanuel Macron ha sopesado enviar tropas a Ucrania, tiene ahora su propio escenario político que resolver. Las difíciles discusiones entre partidos para nombrar a un nuevo gobierno, después de que la izquierda arrebatara inesperadamente la victoria a la extrema derecha en las elecciones legislativas, que se saldaron sin mayoría absoluta, complican la situación.

El primer ministro húngaro Viktor Orban visitó a Putin días después de que su país asumiera la presidencia rotativa de la UE y poco antes de la cumbre de la OTAN. Esta cumbre supondrá además el debut diplomático para el primer ministro británico Keir Starmer tras la aplastante victoria electoral del Partido Laborista.

El secretario general saliente de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha liderado los esfuerzos para poner a la propia alianza, y no a Estados Unidos, a la cabeza de la coordinación de la ayuda militar a Ucrania. Stoltenberg también quiere que los aliados se comprometan a proporcionar al menos 40.000 millones de euros (43.000 millones de dólares) por año en ayuda militar a Ucrania para librar la guerra contra Rusia.

Los diplomáticos creen que es en previsión de una posible victoria electoral de Trump. Sin embargo, también son conscientes de que el apoyo a Ucrania difícilmente perdurará sin Estados Unidos. Bajo el gobierno de Biden, Estados Unidos ha aprobado 175.000 millones de dólares para Kiev en ayuda militar y de otro tipo.

La cumbre se celebra después de la incorporación de dos países a la OTAN: Finlandia y Suecia. Según fuentes diplomáticas, Estados Unidos quiere una cumbre sin dramas y evitar las recriminaciones de la reunión celebrada el año pasado en Lituania, donde Zelenski no consiguió convencer a los miembros para una adhesión de su país a la alianza.

Las autoridades ucranianas reconocen que no hay posibilidad de que Washington cambie de opinión. Biden y el canciller alemán Olaf Scholz se oponen porque estiman que admitir a un país que está en guerra equivale a que la propia OTAN se enfrente a una Rusia con armas nucleares.

La cumbre del 75 aniversario de la OTAN se presenta como un evento cargado de tensiones y desafíos. La guerra en Ucrania, la sombra de Trump y las complejidades políticas internas de varios países miembros añaden capas de incertidumbre. La alianza se enfrenta a un momento crítico en su historia, donde las decisiones tomadas podrían tener repercusiones duraderas en la seguridad global.

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