Universidad Cooperativa de Colombia la primera patente de modelo de utilidad titulada
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El reciente informe del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) ha sacudido los cimientos de la economía colombiana, revelando una contracción del 0,3% en el Producto Interno Bruto (PIB) durante el tercer trimestre de 2023. Este dato, que ha tomado por sorpresa a analistas y ciudadanos por igual, marca un punto de inflexión preocupante, ya que Colombia no había experimentado una disminución en su economía en un tercer trimestre desde los tiempos más críticos de la pandemia.

El mes de septiembre, en particular, ha sido testigo de una caída del 0,1% según el Índice de seguimiento a la economía (ISE), que proporciona una visión mensual del desempeño económico. Sectores clave como la industria, el comercio y la construcción han sido los principales protagonistas de este declive, evidenciando una inercia que parece difícil de revertir. La Bitácora Económica de los comerciantes ha confirmado esta tendencia negativa, señalando que ni eventos estacionales como Halloween ni la semana de receso escolar lograron estimular significativamente el consumo.

El presidente Gustavo Petro no ha dudado en calificar la situación de “economía en rojo”, una expresión que refleja la gravedad del asunto y que ha reavivado el temor a una posible recesión, definida técnicamente como dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo. La caída del PIB en este tercer trimestre, que contrasta con el crecimiento del 7,4% registrado en el mismo periodo del año anterior, ha puesto en duda la capacidad de Colombia para alcanzar las metas de crecimiento propuestas por el Ministerio de Hacienda para el cierre del año.

A pesar de que algunos sectores, como la administración pública y defensa, han mostrado resultados positivos, reflejando el gasto estatal, estos no han sido suficientes para contrarrestar la tendencia negativa general. De hecho, solo cinco subsectores de la economía han registrado números en verde en comparación con el trimestre anterior, y de estos, únicamente dos han superado el 1% de crecimiento.

El sector agrícola, sin embargo, ha mostrado cierto dinamismo, con un crecimiento del 1,8% durante el tercer trimestre, impulsado por los cultivos agrícolas transitorios en temporada de cosecha. No obstante, el cultivo permanente de café ha experimentado una disminución del 6,6%, lo que ha afectado negativamente al sector.

La minería y la cantera han tenido un impulso gracias a la extracción de carbón y a la actividad extractiva de petróleo y gas. Sin embargo, la industria manufacturera ha sufrido un duro golpe, con una contracción del 6,2%, y dentro de ella, la producción de textiles y la fabricación de productos metalúrgicos básicos han registrado caídas alarmantes.

La construcción, un sector tradicionalmente considerado como un motor de empleo y crecimiento, ha sufrido un desplome preocupante. La construcción de edificaciones residenciales y no residenciales ha decrecido un 5%, y la construcción de carreteras y vías de ferrocarril ha experimentado una caída aún más pronunciada del 15%.

Este panorama desalentador ha generado desconcierto entre los analistas, quienes habían pronosticado un crecimiento de entre 0,4% y 1% para el periodo de julio a septiembre. La esperanza de que la economía hubiera tocado fondo y estuviera en camino de recuperación se ha desvanecido con la publicación de estos últimos datos.

El optimismo previo se basaba en la creencia de que los sectores de servicios, entretenimiento, agricultura y minería, así como la administración pública, especialmente en salud y educación, serían los más resilientes y dinámicos. Sin embargo, las cifras actuales han demostrado que estas expectativas eran infundadas.

Ante este escenario, es imperativo que tanto el gobierno como el sector privado tomen medidas para estimular la economía y evitar una recesión. La situación requiere una respuesta rápida y efectiva que pueda revertir la tendencia negativa y devolver la confianza a los consumidores y a los inversores. La tarea no será fácil, pero es esencial para asegurar el bienestar económico y social de Colombia en el futuro cercano.

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