Croacia se encuentra sumida en una profunda conmoción tras la matanza ocurrida este lunes en una residencia para ancianos en el pequeño pueblo de Daruvar. El país, con una población de 3,8 millones de habitantes, ha sido testigo de uno de los episodios más trágicos de su historia reciente. Un hombre de 51 años, armado, irrumpió en el geriátrico y abrió fuego, dejando un saldo de seis muertos, entre ellos cinco ancianos y un empleado del establecimiento.
El director nacional de la policía, Nikola Milina, informó que el presunto autor de la matanza fue detenido poco después de los hechos en una cafetería. El hombre, identificado como un expolicía nacido en 1973, ya tenía antecedentes por delitos de orden público y violencia doméstica. Entre las víctimas se encontraba su propia madre, lo que añade un matiz aún más perturbador a este trágico suceso.
El primer ministro croata, Andrej Plenkovic, expresó su estupefacción y pésame a las familias de las víctimas a través de un mensaje en las redes sociales. Plenkovic subrayó la importancia de que las autoridades competentes esclarezcan todas las circunstancias de este terrible crimen. Por su parte, el presidente croata, Zoran Milanovic, calificó el incidente como una “advertencia aterradora” y un llamado a todas las instituciones para que intensifiquen sus esfuerzos en la prevención de la violencia en la sociedad. Milanovic también destacó la necesidad de un control más riguroso de la posesión de armas de fuego.
El escenario en Daruvar era desolador. Hacia el mediodía, unas 30 personas se congregaron frente al establecimiento, donde vive una veintena de ancianos, esperando detrás del cordón policial. Ninguna de ellas quiso hacer declaraciones, y algunas mostraron hostilidad hacia la prensa. El fiscal general, Ivan Turudic, también evitó hablar con los medios y se dirigió directamente al edificio, donde varios policías científicos recogían pruebas.
La matanza en Daruvar ha puesto de relieve varios problemas sociales y estructurales en Croacia. En primer lugar, la cuestión de la violencia doméstica y los antecedentes penales del agresor. A pesar de sus antecedentes, el hombre pudo acceder a un arma de fuego y perpetrar este acto atroz. Esto plantea serias preguntas sobre la eficacia de los controles de armas y la supervisión de individuos con antecedentes violentos.
En segundo lugar, la tragedia ha expuesto la vulnerabilidad de los ancianos en la sociedad croata. Las residencias para ancianos, que deberían ser lugares de cuidado y seguridad, se han convertido en escenarios de violencia. Esto subraya la necesidad de revisar y fortalecer las medidas de seguridad en estos establecimientos.
Además, la respuesta de la comunidad local y de las autoridades también merece atención. La hostilidad hacia la prensa y el silencio de los testigos reflejan un clima de miedo y desconfianza. Es crucial que las autoridades trabajen para reconstruir la confianza de la comunidad y garantizar que se haga justicia.
El impacto psicológico de este evento en los sobrevivientes y en la comunidad en general no puede subestimarse. La matanza ha dejado una cicatriz profunda en Daruvar y en todo el país. Es fundamental que se brinde apoyo psicológico a los afectados y que se implementen programas de prevención de la violencia para evitar que tragedias como esta se repitan.
