En la madrugada del martes 30 de enero, Colombia fue sacudida por un temblor que captó la atención de la población y de los expertos en sismología. Este evento, monitoreado de cerca por el Servicio Geológico Colombiano (SGC), pone de manifiesto la constante vigilancia y el estudio de los fenómenos sísmicos en el país. El SGC, una entidad adscrita al Ministerio de Minas y Energía, desempeña un papel crucial en la investigación geocientífica y el monitoreo de amenazas de origen geológico, contribuyendo significativamente al desarrollo económico y social de Colombia.
El país cuenta con una robusta infraestructura para el monitoreo sísmico, compuesta por un total de 339 estaciones sísmicas distribuidas estratégicamente a lo largo del territorio nacional. De estas, 206 forman parte de la Red Sísmica Nacional, cubriendo una amplia gama de ubicaciones para garantizar una detección precisa y oportuna de cualquier actividad sísmica. Además, 133 estaciones están instaladas en los volcanes activos colombianos, siendo monitoreadas permanentemente por tres observatorios vulcanológicos y sismológicos. Esta red de estaciones permite al SGC proporcionar reportes detallados y actualizados sobre los sismos que ocurren en el país, ofreciendo una herramienta invaluable para la prevención y respuesta ante desastres naturales.
El último temblor registrado, cuyos detalles específicos sobre magnitud y ubicación fueron proporcionados por el SGC, es un recordatorio de la actividad sísmica constante a la que está expuesto el país. Colombia, situada en una región propensa a terremotos debido a su posición geográfica, ha experimentado a lo largo de su historia varios sismos de gran magnitud. El más fuerte registrado hasta la fecha ocurrió el 31 de enero de 1906, con una magnitud estimada de 8.8, afectando las costas de Esmeraldas (Ecuador) y Tumaco (Colombia). Este evento histórico subraya la importancia de contar con sistemas de monitoreo y respuesta eficaces.
Es relevante destacar la diferencia entre los términos terremoto, temblor, sismo y movimiento telúrico, los cuales, aunque son sinónimos, en Latinoamérica se ha dado especial énfasis a la palabra “terremoto” para referirse a los sismos destructores o que han causado víctimas. Esta distinción lingüística refleja la percepción y la gravedad con que se consideran estos fenómenos en la región.
La labor del SGC y la existencia de la Red Sismológica Nacional de Colombia (RSNC) son fundamentales para la seguridad y el bienestar de los colombianos. La capacidad de monitorear, investigar y comunicar información sobre la actividad sísmica es esencial para la preparación y respuesta ante estos eventos naturales. La inversión en ciencia y tecnología, así como en la educación de la población sobre cómo actuar antes, durante y después de un sismo, son claves para minimizar los riesgos y proteger vidas.