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Photo by National Cancer Institute on Unsplash

Los anticonceptivos orales combinados (AOC) son utilizados por más de 150 millones de personas en todo el mundo. Estos contienen versiones sintéticas de estrógenos y progestágenos, hormonas sexuales que nuestro cuerpo produce naturalmente. Un estudio reciente ha encontrado un posible vínculo entre el uso de estos anticonceptivos y cambios en partes del cerebro que procesan el miedo. Este hallazgo podría ayudar a explicar los mecanismos relacionados con el miedo que afectan de manera desproporcionada a algunas pacientes.

Los cambios hormonales durante el ciclo menstrual se entiende actualmente que afectan el circuito del miedo en el cerebro. Por lo tanto, investigadores canadienses investigaron los efectos del uso de AOC para aprender más sobre la relación entre las hormonas sexuales que nuestro cuerpo produce naturalmente y las versiones sintéticas de esas hormonas.

El estudio encontró que una región del cerebro llamada corteza prefrontal ventromedial (vmPFC) era más delgada en las mujeres que actualmente usaban AOC en comparación con los hombres. Este efecto parecía ser reversible. Una comparación con aquellas que dejaron de usar anticonceptivos o aquellas que nunca habían usado anticonceptivos indicó que este cambio fisiológico no parecía ser duradero.

Para ser claros, estas son solo asociaciones y no se conocen efectos negativos relacionados con el cambio en el tamaño de ciertas regiones del cerebro. Pero los autores creen que podría valer la pena explorar más a fondo. “Se cree que esta parte de la corteza prefrontal sostiene la regulación de las emociones, como disminuir las señales de miedo en el contexto de una situación segura”, explica Alexandra Brouillard, fisióloga de la Universidad de Quebec en Montreal.

“Nuestro resultado puede representar un mecanismo por el cual los AOC combinados podrían afectar la regulación de las emociones en las mujeres”. Brouillard y sus colegas estudiaron a adultos sanos de entre 23 y 35 años, incluyendo a 139 mujeres: 62 que actualmente usaban AOC, 37 que habían usado solo AOC anteriormente y 40 que nunca habían usado anticonceptivos hormonales. La muestra total también incluyó a 41 hombres.

Debido a que las mujeres tienen más probabilidades que los hombres de tener trastornos de ansiedad y estrés, los investigadores compararon estos grupos para ver si el uso de AOC estaba relacionado con cambios a corto o largo plazo en el cerebro y si hay diferencias entre los sexos.

Los científicos midieron los niveles de hormonas sexuales naturales y sintéticas en la saliva de los participantes y utilizaron imágenes de resonancia magnética (IRM) para escanear sus cerebros, específicamente observando las regiones involucradas en el procesamiento del miedo.

Encontraron que los niveles de hormonas sexuales naturales y sintéticas estaban relacionados con cambios en el tamaño y grosor del vmPFC en comparación con la misma anatomía en los hombres. Sin embargo, solo las mujeres que actualmente usaban anticonceptivos orales tenían un vmPFC más delgado que el de los hombres.

Los investigadores también encontraron que la estructura en una región del cerebro que promueve el miedo, la corteza cingulada anterior dorsal (dACC), variaba entre hombres y mujeres. Esto fue notable independientemente del uso de AOC, lo que enfatiza una forma en que las hormonas sexuales producidas naturalmente pueden influir en la estructura del cerebro.

“Dados nuestros resultados de que los hombres tienen un volumen dACC más pequeño que las mujeres y un vmPFC más grueso que los usuarios de AOC, estos hallazgos pueden representar vulnerabilidades estructurales a las psicopatologías que afectan predominantemente a las mujeres”, escriben los investigadores.

“En concreto, un dACC más grande podría representar una predisposición femenina a la promoción del miedo, mientras que el uso de AOC podría exacerbar esta vulnerabilidad al inducir potencialmente un adelgazamiento de una región inhibidora del miedo como el vmPFC”. Refiriendose a aquellos pacientes expuestos a las hormonas.

Cabe destacar que los investigadores encontraron que este efecto parecía desaparecer cuando se dejaba de usar AOC, aunque enfatizan que se necesita más investigación para profundizar en los impactos. El hecho de que una región del cerebro cambie de tamaño no significa necesariamente que haya efectos negativos. No podemos sacar conclusiones firmes sobre las emociones o el comportamiento de un individuo basándonos en los hallazgos sobre la estructura del cerebro.

La exclusión continua de las mujeres de la investigación animal y humana contribuye a la brecha en nuestra comprensión de por qué las mujeres tienen más probabilidades que los hombres de tener trastornos de ansiedad y estrés relacionados. También hay que recordar que los hombres presentan con más frecuencia depresiones silenciosas y que en muchos países superan en tasas de suicidio a las mujeres.

Esta subrepresentación de las mujeres se debe principalmente a la percepción de que los cambios en las hormonas sexuales harían que los resultados fueran más variables. El sesgo hacia el estudio de los hombres ha llevado a algunas consecuencias bastante graves.

“Cuando se recetan AOC, se informa a las niñas y mujeres de varios efectos secundarios físicos, por ejemplo, que las hormonas que tomarán abolirán su ciclo menstrual y evitarán la ovulación”, explica Brouillard.

“El objetivo de nuestro trabajo no es contrarrestar el uso de AOC, pero es importante ser conscientes de que la píldora puede tener un efecto en el cerebro”. El estudio ha sido publicado en Frontiers.

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