El 27 de junio de 1973, Uruguay vivió un momento crucial en su historia. El presidente Juan María Bordaberry disolvió el Parlamento y se mantuvo en el poder durante tres años más, dando inicio a una dictadura cívico-militar que se prolongó por más de una década. Este evento se enmarca en un contexto regional de golpes de estado y dictaduras en Sudamérica, como el golpe militar en Chile en 1973 y el golpe en Argentina en 1976. La democracia en Uruguay solo se restauró en 1985.

El periodista uruguayo Álvaro Alfonso ha publicado recientemente “El golpe de todos”, una obra que se puede descargar gratuitamente desde la tienda de libros electrónicos Bookends. Este libro se basa en testimonios de los protagonistas de la época y en documentación inédita. Alfonso explora cómo la Guerra Fría, con la disputa entre Estados Unidos y la Unión Soviética, influyó en la creación de la dictadura uruguaya y en el surgimiento del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros.

En una entrevista con Infobae, Alfonso profundizó en su investigación y en la compleja trama política de aquellos años. Según él, la dictadura uruguaya fue atípica en comparación con las de Chile y Argentina. A diferencia de estas, en Uruguay hubo una significativa participación de civiles en el gobierno dictatorial. Por ejemplo, el primer presidente del Consejo de Estado, Martín Etchegoyen, y otros funcionarios civiles defendieron la dictadura en organismos internacionales. Además, la economía estuvo bajo la dirección de Alejandro Vegh Villegas, un economista vinculado al expresidente Jorge Batlle.

Alfonso destaca que la dictadura uruguaya fue cívico-militar, con tres presidentes civiles y solo uno militar. Juan María Bordaberry, Pedro Alberto Demicheli y Aparicio Méndez fueron los primeros presidentes, seguidos por el Teniente General Gregorio Álvarez y, finalmente, Rafael Addiego Bruno, también civil, quien fue interino por 17 días en 1985.

La intervención de las Fuerzas Armadas comenzó con el combate a la guerrilla, pero rápidamente se extendió al gobierno. En 1966, Estados Unidos ya alentaba a las Fuerzas Armadas de la región a prevenir la penetración del comunismo. En 1971, los militares uruguayos fueron llamados a combatir la subversión y, en 1972, informaron a Bordaberry de sus intenciones golpistas. La máquina militar no se detuvo y, tras derrotar a la subversión, se convirtieron en golpistas.

El expresidente y entonces senador Jorge Batlle fue encarcelado en 1972 por cuestionar el avance militar. La caída de las instituciones ocurrió en febrero de 1973, cuando los militares desobedecieron a Bordaberry. El sistema político quería su renuncia, pero sectores de izquierda, como el Partido Comunista, aplaudieron los comunicados de los militares, creyendo que detrás de ellos estaba el “hombre nuevo”. El 27 de junio de 1973, los militares desalojaron a los representantes del Congreso.

Bordaberry decidió permanecer en el gobierno, argumentando que los partidos políticos no se reconciliaban en la solución de los problemas del país. Sin embargo, ni siquiera los militares atendieron su propósito y fue destituido en 1976. La reacción de la población ante el golpe fue limitada. Hubo una huelga general y una manifestación en la Avenida 18 de Julio, pero no lograron cambiar el curso de la historia.

La represión durante la dictadura fue severa. Antes del golpe ya había denuncias de tortura, y las Fuerzas Armadas utilizaron este método para obtener información y prevenir más asesinatos. Los Tupamaros, por su parte, secuestraban, robaban bancos y asesinaban. Ambas acciones son reprochables y reflejan las tensiones de la Guerra Fría.

En cuanto a los desaparecidos, hubo casos tanto en democracia como durante la dictadura. El líder tupamaro Roberto Gomensoro Josman desapareció en marzo de 1973 y fue el primer desaparecido localizado en el gobierno de Jorge Batlle. Otro caso notable fue el de Pascasio Báez, un trabajador rural ejecutado por los Tupamaros en 1972. En total, hubo 32 desaparecidos en Uruguay, y otros uruguayos desaparecieron en Argentina y Paraguay.

A 50 años de estos eventos, el período sigue siendo un tema de debate y revisión en Uruguay. Alfonso señala que se ha establecido un relato mentiroso de la historia, como la idea de que los Tupamaros nacieron para luchar contra la dictadura. La guerrilla estalló en los 60 y sus líderes estaban presos cuando se instaló la dictadura. El debate continúa, pero la revisión histórica está ganando espacio.

La metodología de Alfonso para esta investigación fue exhaustiva. Habló con casi todos los actores y exigió documentación de los hechos. Sin embargo, fue difícil generar credibilidad y aún hoy hay miedo de hablar. Los archivos oficiales de la dictadura han sido manipulados y la Justicia Civil ha negado información en fallos judiciales. Alfonso concluye que la política se hace con la historia, donde hay héroes y villanos, y que el revisionismo histórico puede cambiar esta percepción.

Álvaro Alfonso, nacido en 1959 en Santa Lucía, Canelones, Uruguay, es un periodista, escritor y locutor profesional con una amplia trayectoria en medios de comunicación. Ha trabajado en radio, prensa escrita y televisión, y ha publicado varios libros sobre la historia reciente de Uruguay. “El golpe de todos” es su decimosexto libro y refleja su compromiso con la investigación histórica y la búsqueda de la verdad.

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