El Día de los Inocentes, celebrado cada 28 de diciembre, es una fecha que, aunque marcada por un origen trágico, se ha transformado en una jornada para la realización de bromas y el esparcimiento humorístico. Esta tradición, que se remonta a un episodio bíblico narrado en el Nuevo Testamento, ha evolucionado a lo largo de los siglos, adoptando diversas formas en distintas culturas. Según la revista ‘Artes y Humanidades’, el rey Herodes I el Grande, temeroso de perder su trono ante la profecía del nacimiento de un nuevo rey de los judíos, ordenó el asesinato de todos los niños menores de dos años en Belén. Sin embargo, como apunta ‘National Geographic’, la cronología bíblica es incierta, y no se puede precisar la fecha exacta de estos acontecimientos, solo se sabe que ocurrieron aproximadamente dos años después de la aparición de la estrella de Belén.
La conmemoración de este día varía según la región: en Latinoamérica y España se celebra el 28 de diciembre, mientras que en Grecia es el 29, y en Siria y Caldea el 27 del mismo mes. Por otro lado, la comunidad pentecostal lo recuerda en mayo, basándose en la creencia de que la matanza ocurrió quince semanas después del nacimiento de Jesús. A pesar de las diferencias en la fecha de conmemoración, el elemento común es la realización de bromas, cuyo origen exacto se desconoce, pero que hoy día se asocian con la idea de hacer pasar a alguien por ‘inocente’.
En el contexto de estas bromas, existen algunas que han ganado popularidad y se han convertido en clásicos de esta fecha. Por ejemplo, la llamada falsa es una broma sencilla que consiste en sorprender a alguien con preguntas inesperadas y, a menudo, absurdas. Otra broma que busca provocar una reacción más intensa es la del hisopo sucio, que juega con la sensibilidad de las personas hacia la higiene personal. Por último, la broma de la pantalla rota utiliza la tecnología para simular un accidente que puede causar un gran susto inicial.
Es importante recalcar que, aunque el humor es un componente esencial de esta fecha, las bromas deben realizarse con sensibilidad y respeto hacia los demás. No todas las personas reaccionan de la misma manera ante las sorpresas, y lo que para algunos puede ser divertido, para otros puede resultar ofensivo o dañino. Por lo tanto, es crucial considerar la relación con la persona a la que se le va a jugar la broma y su posible reacción. El objetivo es compartir un momento de alegría y no generar conflictos o herir susceptibilidades.