La fiesta de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, conocida también como la Virgen de Chiquinquirá, es una celebración de gran importancia en Colombia. Se lleva a cabo cada año el 9 de julio. Esta festividad conmemora la proclamación de la Virgen de Chiquinquirá como Patrona de Colombia por parte del papa Pío VII en 1829. En esa ocasión, el papa otorgó un día especial para la celebración litúrgica de esta advocación mariana, consolidando su papel como símbolo de fe y devoción para el pueblo colombiano.
La Virgen de Chiquinquirá es venerada en todo el país, pero su santuario principal se encuentra en el municipio de Chiquinquirá, Boyacá. Allí, miles de fieles se congregan cada año, especialmente durante los días cercanos a su fiesta principal, para rendirle homenaje y pedir su intercesión. El lienzo original de la Virgen de Chiquinquirá se encuentra en el Santuario de la Patrona de Colombia en Chiquinquirá. La imagen muestra a la Virgen María vestida con una túnica rosada, un manto azul y un velo blanco. Sostiene un rosario en su mano izquierda y carga al Niño Jesús en sus brazos. La imagen está acompañada por San Antonio de Padua y San Andrés Apóstol. El cuadro está adornado con coronas, rosarios, la Cruz de Boyacá, órdenes militares y escudos.
La Virgen de Chiquinquirá representa un símbolo de fe, esperanza y protección para el pueblo colombiano. Su presencia en el país se remonta a la época colonial y desde entonces ha sido venerada como intercesora en momentos difíciles y como fuente de fortaleza espiritual. La fiesta en su honor se celebra en todo el país con misas, procesiones, actos culturales y otras expresiones de devoción popular. En Chiquinquirá, las celebraciones se extienden por varios días y atraen a miles de peregrinos de todas partes de Colombia.
Asimismo, es un símbolo fundamental de la identidad religiosa y cultural de Colombia. Su presencia ha marcado la historia del país y continúa inspirando a millones de personas a vivir con fe, esperanza y amor.
Oración a la Virgen de Chiquinquirá:
Oh incomparable Señora del Rosario de Chiquinquirá!
Madre de Dios, Reina de los ángeles,
abogada de los pecadores,
refugio y consuelo de los afligidos y atribulados.
Virgen Santísima, llena de poder y de bondad,
lanza sobre nosotros una mirada favorable
para que seamos socorridos por Ti
en todas las necesidades en que nos encontramos.
Acuérdate, ¡Oh clementísima Señora del Rosario!,
que nunca se oyó decir que alguien que haya recurrido a Ti,
invocado tu Santísimo nombre,
e implorado tu singular protección,
fuese por ti abandonado.
Animados con esta confianza, a ti recurrimos.
Te tomamos desde hoy y para siempre por Madre nuestra,
nuestra protectora, consuelo y guía,
esperanza y luz en la hora de la muerte.
Líbranos de todo aquello que pueda ofenderte
y a Tu Santísimo Hijo, Jesús.
Presérvanos de todos los peligros del alma y del cuerpo;
dirígenos en todos los negocios espirituales y temporales;
líbranos de la tentación del demonio,
para que andando por el camino de la virtud,
podamos un día verte y amarte en la eterna gloria,
por todos los siglos de los siglos.
Amén.
